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OPINIÓN - VIERNES, 15 DE FEBRERO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Contratos imposibles y otras cosas
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Menos mal que el pico de mi mal ya está sobrepasado y ahora la curva comienza a descender tras una fuerte sesión curativa que me ha dejado exhausto, de bolsillo y de fuerzas, pero con el premio de la remisión temporal de la enfermedad. Recomiendo a los sexagenarios que vayan en moto y tengan un accidente, por pequeño que sea, se hagan una exhaustiva revisión corporal por si algún mal queda agazapado dentro del cuerpo. Suele aparecer más tarde y cuando menos lo espera y cuando aparece resulta ser extremadamente doloroso.

Bien, dejemos de lado mis cuitas y vayamos a lo que importa. Entre las cientos de proposiciones de nuestros políticos en la precampaña electoral, cabe destacar la insistencia del PP en la creación de ese contrato para inmigrantes que resulta una especie de declaración de esclavitud simulada para el ser humano.

No es posible obligar a nadie, mejor dicho chantajear porque eso es lo que significa un contrato de esa clase, que asuma nuestras costumbres ancestrales (comer jamón y dormir la siesta entre otras miles) si quiere quedarse en el país. No es posible que un musulmán asuma la religión que pretende imponer el PP con ese contrato, ni obligarle a comer chorizo ni beber vino porque… ya sabemos el porqué.

Y en otro orden de cosas, los políticos del PP, a los que llamo peperos, tienen la lengua espesa para distinguir razones de peso cuando tratamos de las Comunidades. Viene el caso en que algunos declaran que Ceuta y Melilla son un hecho diferencial que las distinguen de las demás Comunidades y que por ello el estudio que se haga sobre algunos usos y costumbres de sus habitantes deben ser tratados de diferentes maneras. Catalunya no. El País Vasco tampoco. Estas dos Comunidades no tienen nada de diferencial, según los peperos, y deben ser sometidas al mismo fuero que el resto. Mal asunto es el de coartar las libertades y derechos de la persona con estas salidas peregrinas en estos tiempos que vivimos. Son ganas de soliviantar el ánimo y elevar la tensión del ambiente para que ocurran incidencias tan graves como la que ha sufrido la San Gil. El fiscal que lleva el caso debe sopesar que las palabras también ofenden, a veces más, que un simple empujón. No es que me parezca bien ese intento de atacar a la política vasca, es aberrante, pero los ánimos no saltan tan fácilmente si antes no ha habido motivos de peso que los provoquen.

Creo sinceramente que Mariano Rajoy se está precipitando en su creencia de que va a ser el próximo presidente del Gobierno español, que no lo va a ser, y eso de acudir a Alemania para tratar de convencer a Merkel sobre la conveniencia del contrato de marras me parece de un optimismo extremadamente exagerado, como todos sus actos y declaraciones, por cuanto no creo que resulte viable con los socialistas en el Gobierno. Ninguna Ley refrenda ese supuesto contrato y sin base legal en la que apoyarse queda como papel mojado.

Bien está que se obligue a los inmigrantes, aquellos que no lo saben, a que aprendan el castellano porque es necesario para el normal desarrollo de la convivencia… pero de ahí a obligarle a que asuma nuestras costumbres hay un trecho tan grande como disparatado y que pondría a los peperos en un régimen a la altura de aquel desagradable III Reich… algo significará que vaya a Alemania a tratar el asunto ¿no creen? Porque lo lógico del asunto sería que fuera a presentar su propuesta al Presidente de la UE. Si yo presentara un memorándum sobre las posturas peperas en relación a la política de nuestro país comprenderían Vds., queridos e hipotéticos lectores, las razones que me impulsan al escribir mis opiniones. Por eso mismo, porque compruebo cotidianamente cada acto y cada palabra de los políticos, noto que casi siempre denotan inseguridad plenamente y ello me hace dudar de la verdadera capacidad de los peperos para gobernarnos democráticamente.

También la radicalización de la judicatura puede perjudicar la estabilización de país al recrudecer la tensión de ciertos estamentos de la sociedad en general, sobre todo los vascos, y el camino emprendido desde que se instauró la Ley de Partidos Políticos no ha hecho más que empeorar, por cuanto lo que se tenía que haber hecho era respetar la libertad y no prohibirla. Eso no conduce a otra cosa que a empeorar la situación. Sobre simples indicios no se puede ni se debe condenar a nadie.En fin, si la vida continúa su curso con las movidas de la precampaña, también continúa el simple caminar de los ciudadanos con todos los bagajes y cargas cotidianas que a veces los dejan sin ganas de meterse en política y pasan de ella olímpicamente… eso impone un cambio radical en los usos y maneras de las precampañas so pena de no encontrar alguien que vote. La abstención es un peligro que puede desembocar en un impensable y desagradable final.

Solo es mi opinión.
 

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