El responsable de EL Pueblo
Televisión, en periodo de prueba, decidió, semanas atrás,
enviar las cámaras al Alfonso Murube para grabar los
partidos de la Asociación Deportiva Ceuta. Con el único fin
de hacer el resumen correspondiente de tres minutos
aprobados por ley y emitirlos cuanto antes mejor. Ese antes
mejor, significa que es el único medio de la ciudad donde se
pueden ver las imágenes de un encuentro casi recién
finalizado.
La idea, como era de esperar, sentó como un tiro entre
quienes trabajan menos que un reloj sin cuerda. No vaya a
ser que alguien pueda herniarse por exceso de tarea y el
Gobierno presidido por Juan Vivas se vea sometido a
una nueva ordalía por parte del inquisidor general, con sede
en Comisiones Obreras.
E inmediatamente, vamos, en un santiamén, enviaron los
mensajeros del miedo una misiva a la dirección de El
Pueblo Televisión, comunicándole al responsable de ella
que si quería seguir grabando debía presentarse en el sitio
indicado donde sería recibido por quien maneja los asuntos
de la televisión a su antojo. En una palabra, se le hacía
ver al director de El Pueblo Televisión que se estaba
pasando la ley por la entrepierna. Tal vez con el propósito
de que en esta Casa surgiera el miedo que suele causar las
maniobras clandestinas de quien lleva media existencia
haciendo trampas y más trampas…
Y fui testigo de cómo cundió el pánico por los pasillos del
espléndido edificio en el cual trabajamos. Y es que la
primera carta recibida, conminándonos a cortar de raíz las
grabaciones los domingos de partido en el Murube, produjo un
desasosiego jamás visto. De prisa y corriendo se tomó la
decisión de consultar a varios abogados expertos en la
materia.
Las reuniones se sucedieron durante horas y horas y, cuando
más agobiados estábamos, sonó una ventosidad tan inesperada
como ruidosa, motivada por los nervios de un interviniente,
que sirvió para gritar a coro el nombre de la persona que
con su idea se había hecho merecedora de la dedicación de un
cuesco que habría celebrado Camilo José Cela con
alborozo. Reconozco, y pido perdón por ello, que fue una
reacción preñada de escatología.
Ni que decir tiene que se acordó responder con buenas
maneras a quienes nos exigían el cese de las actividades
televisadas. Explicándoles minuciosamente el derecho que nos
amparaba para meter las cámaras en el campo y luego emitir
los tres minutos de rigor. Y, claro, pudimos comprobar cómo
las respuestas de los mensajeros del miedo fueron bajando de
tono hasta quedarse éstos sin ningún argumento para poder
seguir dándonos la tabarra.
Pero hete aquí que, dado que los tramposos son muy
imaginativos, pensaron rápidamente en otra solución para
amedrentarnos. O sea, para meternos las cabras en el corral.
Y lanzaron al aire que El Pueblo Televisión graba los
partidos para enviarle un vídeo a los rivales del equipo
local, a fin de que puedan aprenderse de memoria todos los
movimientos del conjunto ceutí. Y nos volvimos a reunir con
la urgencia que el caso requería.
En esta ocasión, créanme, se nos dijo que acudiésemos a la
cita sin comer potaje. Por aquello de las flatulencias y en
evitación de cuesco inoportuno y posible dedicación, esta
vez, a quien no se sabe si tiene más cabeza que barriga o…
Todo malvado debe evitar ser imbécil. Axioma.
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