Me refiero a María San Gil, una de
esas damas que desde hace años se ha dedicado a la política
y que ha demostrado ya, en muchas ocasiones que, sabe donde
está, sabe lo que quiere y no tiene miedo a nadie, si
siquiera cuando unos hijos de perra tratan, o han tratado de
hacerle la vida imposible.
Por no tener miedo, no se lo tuvo ni a esa terrible
enfermedad que es el cáncer, y que durante unos meses la
tuvo apartada de su actividad. Pero ella se sobrepuso y ahí
está, dejándose ver, dando la cara donde la tiene que dar y
sin temor alguno a los canallas que la estaban insultando e
incluso pedían que la dieran un tiro. Malditos hijos de
perra. El último conflicto que tuvo que soportar María San
Gil fue en la Universidad de Santiago de Compostela, donde
un grupo del nacionalismo radical la insultó, llegó a
agredirla y pidió, entre los gritos de fascista, que se la
diera un tiro y se la matara. Algo que hoy ya no tiene
nombre.
Como estudiante que he sido en dos grandes universidades de
España, Salamanca y Complutense de Madrid, creo que el
pasado martes se ha ultrajado fuertemente a la Universidad
Española, y en concreto a una de esas universidades
clásicas, que tanto prestigio tiene en España y fuera de
nuestras fronteras, la Universidad de Santiago de
Compostela.
Y se ha ultrajado a esta universidad cuando María San Gil,
invitada, iba a dar una conferencia, que sólo pudo dar “a
medias” y entre el vocerío y los insultos de los salvajes
radicales, que utilizaron un término desde luego muy
distante de lo que es María San Gil.
Este grupo que ultrajó a un centro de los de más prestigio
de la enseñanza en España, vociferando el término fascista,
se ha quedado corto en lo que a todos sus componentes atañe,
puesto que lo menos que podemos ver en este tipo de
grupúsculos es un simulacro del leninismo que quiere
reivindicar, como sea, las acciones que su líder llevó a
cabo en otros momentos.
Guardaespaldas, seguridad y demás tuvieron que proteger y
soportar la barbarie de estos desalmados, que tan valientes
ellos, quisieron utilizar la fuerza bruta, y la utilizaron
ante una mujer que iba a dar una conferencia en una
Universidad.
A lo largo de los años estamos viendo de qué forma se
dirigen a las actividades de los nacionalistas radicales las
distintas fuerzas políticas de nuestro país.
Creo que se está yendo de las manos, cuando se mima o se
suaviza la actuación de ciertos personajes, totalmente al
margen de la ley. Y sería un error que por un puñado de
votos, que no van a dar, sea el partido que sea, se muestre
benevolente con esta gentuza que, por la fuerza bruta quiere
“acojonar” a quienes guardan y pretenden mantener el orden
en el país.
La razón de la fuerza ha pasado ya, pero habría que
utilizarla contra estos, si es que la fuerza de la razón y
de las leyes no sirve para que actúen en el campo de la ley.
María San Gil ha tenido tiene que pechar siempre con los
inconsecuentes. No está siendo justa la política con ella.
Desde aquí, a muchos kilómetros le prestamos nuestro apoyo
más firme y nuestro respeto sincero, porque esta mujer ha
demostrado y seguirá demostrando que no se deja amilanar por
los desalmados que irrumpen en el terreno de la legalidad
sin guardar composturas, corrección, ni mucho menos la ley.
Ante los salvajes la respuesta debiera ser la indiferencia.
|