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OPINIÓN - jueves, 14 DE FEBRERO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Las notas de la oficina de prensa
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Leo otra nota emitida por la oficina de prensa del Partido Popular en la cual se lamenta del boicot a que ha sido sometido el Consejo Económico y Social. Una nota con mucha palabrería pero que omite el nombre de quien está siempre dispuesto a reventar cualquier proyecto donde él no participe: Juan Luis Aróstegui.

Y tengo la impresión de que alguien, con poder suficiente, ha sido quien ha aconsejado que en el escrito no saliera a relucir el nombre del agitador. Lo cual más que signo de prudencia me parece una postura sumisa y meliflua. Puesto que el opositor por sistema a todo cuanto no obtiene su visto bueno, debido a intereses oscuros, es conocido por usar todas las tretas posibles y maniobrar de manera artera de principio a fin cuando le da por ponerle la proa a algo o a alguien.

El presidente de la Ciudad es tan aficionado al fútbol como para saber que jugar siempre con el mismo ritmo es contraproducente. Y que a todos los equipos no se les puede atacar por el mismo flanco. De ahí la necesidad de maniobrar con más velocidad, en ocasiones, buscando los puntos débiles de cada adversario. Y, desde luego, empleando la sorpresa.

Juan Vivas cuenta, además, con la ventaja de ser funcionario y de haber estado en puestos claves de la Administración Local. Con lo cual conoce perfectamente vida y milagros de casi todos los políticos de esta tierra. He dicho muchas veces que hubo una época en que casi todos los cargos públicos acudían al despacho de Vivas para pedir asesoramiento. Y de allí salían henchidos de gozo y convencidos de que habían recibido una lección magistral.

Juan Luis Aróstegui fue uno de los muchos que acudió a Vivas en demanda de ayuda y consejos. Sobre todo para ver de qué manera le era posible meter a dedo en el Ayuntamiento a personas de su cuerda. Y el director de PROCESA se permitía el lujo de anotar cuantas irregularidades pudieran existir en el comportamiento de un concejal dispuesto en todo momento a ayudar a quienes formaban parte de su cohorte.

Me contaban hace meses, y así lo publiqué, que en una reunión con el presidente de la Ciudad, y cuando se hablaba de empleos, alguien dijo –dándose el consiguiente pote-: yo he colocado en el Ayuntamiento a un montón de gente usando solo el fax. Pues bien, al finalizar la reunión todos los asistentes se quejaban de que Juan Vivas no le hubiera indicado, en aquel preciso momento, la puerta de salida al imbécil de turno. A un deslenguado que hacía alarde de su prepotencia para demostrar que su influencia en la ciudad era el no va más.

A mí me parece muy bien que Juan Vivas deseche los enfrentamientos con los adversarios. Máxime cuando actuando a su ritmo monocorde se lleva a la gente de calle y cada vez se acrecienta más su popularidad y su prestigio. Pero un político ha de estar preparado para, en un momento determinado, salir al contraataque y poner al listo de turno, por mucho que tenga éste derecho a usar la libertad de expresión, en su sitio.

Callarse por sistema, cuando nada se tiene que temer, es otorgar. Y mucho peor, créanme, es permitir que se redacten notas de prensa cuyos contenidos hacen bueno el refrán de que es peor el remedio que la enfermedad.
 

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