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OPINIÓN - miércoles, 13 DE FEBRERO DE 2008

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

En defensa a la “Moral” con Fe y Valentía

Por Patricio Martín Arráez


Hoy me he sentido con cierta tristeza cuando hacía un rato de oración. Al meditar y reflexionar en el sentido de las muchas adversidades que confluyen en nuestra España; debilitación total en los valores morales, familiares, espirituales y en lo económico. ¡Todo el mundo está alarmado de pensar que estamos al borde de una hecatombe! . “Hay cosas que están mal aunque las permita o fomente el poder legítimamente establecido.

Cuando el relativismo moral se impone, la dignidad humana corre un grave peligro. Los derechos básicos se relativizan y se abre la puerta al totalitarismo, ya Auschwitz reveló entre otras cosas la profunda depravación en la que podía sumergirse el hombre al olvidar a Dios.“Cuando faltan los hábitos morales resulta más fácil que se extravíe la razón”.

Fue Lenin quién dijo aquello de que “Si queremos dominar un pueblo antes corromperemos su moralidad” - ¡Así es el caso actual de España!, “demolida” por la inmundicia de lo peor de cada pueblo. Ya es hora de que despertemos de nuestro letargo.

La ley moral está más clara de lo que quizás algunos pretenden. Todo hombre percibe en su interior la existencia de una ley que no se dicta a si mismo, y a la cual se debe obedecer.

Me place emitir la ejemplaridad de la joven Ángela Ellis, abogada británica, no creyente y nada sospechosa, de ideas conservadoras. Explicaba en un programa de debate de la BBC y en un artículo en el Daily Telegraph cuales eran sus razones para permanecer virgen hasta el matrimonio; “Desde mi adolescencia sabía que había de guardarme para el matrimonio y nunca tuve la más mínima duda sobre mi decisión. La castidad antes del matrimonio es una cuestión de integridad. Pienso así desde muy joven. Por aquel entonces ya había observado el destrozo que producía el sexo “frívolo” en las vidas de algunos compañeros de escuela, pues el dejarse fascinar por el afán de saciar nuestros instintos es algo que impide alcanzar lo realmente valioso. El hombre de deseos insaciables es como un tonel agujereado: se pasa la vida intentando llenarse acarreando agua en un cubo igualmente agujereado”. ¡El que tenga oídos para oír que oiga!
 

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