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OPINIÓN - miércoles, 13 DE FEBRERO DE 2008

 

OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

“Diábolo, Campana y Cilindro”
 


Domingo Ramos
domingoramos@elpueblodeceuta.com

 

Son tiempos de defensa del feminismo, a cuya marea nos unimos pues pensamos que la mujer, sobre todo, debe tratarse como lo que es, conservando todas las prerrogativas y derechos que le asisten por el mero hecho de pertenecer al género humano. Pero de eso a catalogarlas, según el perfil de las anatomías de sus cuerpos en “Diábolo, Campana o Cilindro” va mucha distancia. O sea, que podemos deducir que si una mujer tiene su cuerpo a lo Sofía Loren (la famosa actriz italiana), se la denomina “Diábolo”. Si su cuerpo es más bien como el de Maria Galiana (Herminia en la serie Cuéntame como pasó) se le adjudica la denominación de “Campana” y, por último, si está lisa como la Geraldine Chaplin (hija del famoso Charlot) se le dice “Cilindro”. Esto es lo que ha venido a inventarse el Ministerio de Sanidad y Consumo del Gobierno Socialista (con un costo de mas de dos millones de euros) pensando exclusivamente en las anatomías del sexo antes llamado débil. Y creemos que la mujer, aparte de su cuerpo, dispone de otros atractivos y encantos y, además, cumple una importante misión en el mundo en que vivimos, no solo el de mostrar su cuerpo para que diseñadores oficiales vengan a compararlas con objetos o figuras geométricas, cosa, por otro lado, con la que no están de acuerdo ni diseñadores, ni estilistas ni modistos.

Todo ello se debe a que en el estudio realizado sobre las tallas de las españolas, los técnicos ven que existen unas diferencias con las actuales medidas del género femenino nacional, que no se corresponden con las de años pasados (pongamos generación anterior) ni con las europeas o americanas y así señoras y señoritas que dicen tener una talla 38 alcanzan la 42, o algo parecido (no somos expertos en esto de las tallas y modas femeninas pero lo tenemos oído hasta la saciedad).

Y ya puestos a aplicar la Ley que proclama el derecho de igualdad, la no discriminación por razón de sexo y la obligación de los poderes públicos de promover las condiciones para que la igualdad del individuo y de los grupos en que se integran sean reales y efectivas, esperábamos que no se hubiera producido la diferencia de sexo y que hubiera confeccionado el Ministerio también unos “módulos” para las tallas del género masculino que ahora están establecidas: P (pequeña), M (mediana), X (grande), XL (más grande) y XXL (para mastodontes), teniéndose en cuenta para ello el estudio de sus anatomías, catalogadas y comparadas con los objetos mencionados (Diábolo, Campana y Cilindro) tras llevarse a cabo su estudio antropométrico. Por ello, aunque no sea de nuestro agrado, nos permitimos proponer, situándonos a la altura de la moda tal y como los diseñadores del Ministerio de Sanidad y Consumo se han inventado el trío de figuras geométricas que hemos mencionado para el sexo femenino, catalogar a los hombres según unas “líneas alfabéticas”. Por ejemplo, en “S” (aquellos que disfrutan de pectorales sobresalientes y nalgas exuberantes, al estilo de Brad Pitt). Línea “B” (a lo Charles Laugthon) y línea “k” minúscula (como se escribía antiguamente con una prominencia en la parte alta y los trazos bajos delgados) a lo David Hasselhoff (el Teniente de Los Vigilantes de la Playa). Ahí queda nuestra sugerencia que no persigue más que ampliar jocosamente una decisión sobre los nuevos “códigos de tallaje” (palabra que ni aparece en el diccionario) de la mujer creado por el Ministerio de Sanidad y Consumo.
 

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