PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - miércoles, 13 DE FEBRERO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Necesidad de diferenciarse
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Yo no sé si Luz Elena Sanín, Francisco Antonio González y Nicolás Fernández Cucurull han leído Identidades asesinas o la Fuerza de los pocos; pero si acaso no lo han hecho sería conveniente que se empapasen del contenido de ambos libros. Con el único fin de que pudieran expresarse mejor, y con más conocimientos, acerca del problema que existe en un mundo donde el hombre siente necesidad de diferenciarse para identificarse. Y son precisamente diferencias culturales las que lo definen.

Me entretengo, antes de seguir esta columna, en leer lo que decía Ortega y Gasset, en 1954, en relación con la aproximación de los pueblos. “No hay duda de que la facilidad extrema a que se está llegando en los medios de comunicación es un hecho glorioso que debemos agradecer a la técnica. Pero uno se pregunta qué efectos producirá en el tiempo esta casi súbita aproximación espacial de los pueblos. No conviene hacerse ilusiones. Muchos esperan que el tráfico mundial, al reducir el tamaño del planeta, acerque íntimamente a los hombres, les haga comprenderse mejor. Yo creo que, por lo pronto, ha producido el efecto contrario. Nunca han sentido los pueblos menos simpatías los unos por los otros”. Y, como siempre, las palabras del filósofo sirvieron para adelantar acontecimientos que se vienen sucediendo.

También Marx acertó en una parte de su vaticinio sobre la globalización, pero desde luego no sobre la homogeneización. Porque hoy, la producción no es la que marca ya la diferencia cultural. Sino todo lo contrario: “La globalización ha reforzado la necesidad identitaria de los grupos, la necesidad de diferenciarse, de pertenecer y de ser reconocidos”.

Entre todas las explicaciones que vengo leyendo en cuanto al yihab, o pañuelo islámico, al margen de sus orígenes, me quedo con la declaración hecha por una tal Farina Khan, residente en Estados Unidos: “Me permite identificarme y ser reconocida como musulmana”.

Y es que la gente necesita más que nunca la sensación de comunidad, de pertenencia, de identidad; los nacionalismos, los etnicismos, los religiosismos… son parte de este fenómeno. No es la primera vez que les oigo decir a españoles musulmanes que les preocupa el que sus hijos se olviden de su identidad. También los cristianos luchamos denodadamente porque nuestras tradiciones y costumbres sean mantenidas para que jamás se pierda nuestro acervo cultural.

El problema es que la pérdida de las ideologías no sólo ha influido en el despertar de las religiones, sino también en su radicalización. Y, desde luego, está más que claro que la multiculturalidad es un sueño imposible. Y que en un mundo con tendencia al mestizaje lo que prima es conllevarnos. Llevar con paciencia, o tratando de atenuarlos, los inconvenientes o molestias del alguien o algo.

En este aspecto, Ceuta es un ejemplo. Aquí la heterogeneidad cultural no provoca tensión, violencia e inseguridad. Debido a que se gestiona debidamente esa diversidad. De modo que sería preferible que los políticos se dejasen de experimentos: porque la violencia de hecho, deriva, a menudo, de la pretensión de superar tesis y antítesis e imponer una síntesis forzada. Que una niña vaya al colegio con pañuelo no debe ser motivo de discordia. Los parlamentarios, insisto, deberían leer más sobre identidades.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto