Sigue reinando el mal tiempo, las
palmeras de frente a mi casa parecen abanicos que la mano de
Eolo agita nerviosamente y los barcos, que entran y salen
por la bocana de nuestro puerto, danzan en vaivenes que da
mareo observarlos.
La radio de los obispos tiene problemas con la justicia, al
menos uno de sus locutores, el más rabioso y locuaz
insultante de todos ellos.
No recuerdo cuántas veces he mencionado que Alberto Ruíz-Gallardón
me cae muy bien, pero aquí y ahora lo vuelvo a ratificar y
como soy muy fiel observador de todas las noticias que
producen los medios de comunicación, más me ratifico en esta
afirmación.
Vivas también me cae bien, en momentos sublimes en que saca
su verdadera madera de político, no cuando tiene que seguir
las órdenes de arriba. Vivas no tiene madera de lacayo y
menos aún cuando es presidente de una Ciudad Autónoma con
vistas a un futuro de Comunidad Autónoma.
De todos es conocida la postura de ese insultante locutor de
la radio de los obispos, postura radicalizada e idéntica a
cierto Servicio de Desinformación del Movimiento y que, en
todo caso, resulta muy ofensiva para la dignidad de las
personas y más aún para la de sus oyentes, a los que va
tomando el pelo cuando quiere con sus exageradas mentiras.
De momento asistiré, a través de la ventana mediática
escrita y visual, a la consideración del tema por la
justicia sobre las injurias vertidas por ese locutor contra
el alcalde de Madrid y la manera que tendrá el presentador
de un programa de la emisora de los obispos para guiar a sus
amigos llamados Acebes, Aguirre, Zaplana, al presidente de
la AVT, Alcaraz, a su amigo íntimo Ramírez y al director de
un diario demasiado pegado a la extrema derecha, a los que
quiere citar como testigos en su defensa.
El PP se ha metido solito en un enorme atolladero que deberá
resolver de una manera que dejará la impronta ante los
españoles de cómo es ese partido. Me refiero al dilema que
tendrán los peperos si defender a uno de los suyos, al líder
político que mejores resultados electorales le ha dado o
defender a uno de sus locutores más preferidos, acusado de
injurias al primero.
No podemos negar que el locutor, a sueldo de los
episcopales, ha proferido y emitido demasiados insultos
graves contra la persona y los derechos. Ello confiere que
la justicia debe hacer valer la ley que juzga tales ataques,
más aún si tenemos en cuenta que ese locutor no ha recibido
ni un solo ataque personal de quienes insulta.
Es muy libre, quién lo desee, de expresar su opinión de la
manera que considere oportuna pero teniendo en cuenta que no
debe ni puede incitar al insulto personal con
descalificaciones injustas y graves con intenciones tan
claras como la de menoscabar la fama y la dignidad de las
personas.
Si no consideran Vds. una afrenta lo que reiteradamente dijo
ese locutor, dijo entre otras lindezas, dirigiéndose a Ruíz-Gallardón,
“Te da igual 192 muertos y 1500 heridos y un golpe brutal
para echar a tu partido del Gobierno. Te da igual con tal de
llegar tú al poder. Esa es toda la historia…” y lo que es
peor siguió “lacayo de la oposición, mentiroso, farsante
redomado, alcaldín, cara de bantú cabreado…” y siguiendo con
su línea de insultos prosiguió “Tú eres de Polanco, tú eres
un elemento ajeno al PP, tú eres un estorbo, tú eres una
calamidad, tú no eres alcalde, tú eres un obstáculo para
averiguar el 11-M. El alcalde de Madrid no quiere saber
quién mata a la gente de 200 en 200”. ¿Cómo lo considerarán
Vds.?
Supongo que ese locutor se pone el Código Deontológico por
montera, o cuanto menos se limpia con él salva sea la parte
y desde luego no le hace ningún, rotundamente ninguno, favor
al PP al que viste con la camisa azul. No me extrañaría que
se locutor tenga águilas de San Andrés por toda su casa.
Si yo llegara a utilizar esa misma jerga contra los peperos
o contra cualquier político, de seguro que ya estaría
detenido y totalmente incomunicado. Ese locutor se aprovecha
del respaldo “celestial” ¿No te jode?
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