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OPINIÓN - MARTES, 12 DE FEBRERO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

“Dios se lleva bien con vosotros”
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Pasé el domingo liadillo por la ciudad que Anteo, el hijo de Neptuno, dedicó a su mujer Tingis, base comercial fenicia de importancia y que tras la caída de su heredera Cartago, en el 146 a.d.EC fue durante casi un siglo capital beréber independiente, hasta ser elegida más tarde como capital de la nueva provincia romana, la Mauritania Tingitana. Si atrás el valle de Tetuán amanecía envuelto en las brumas y el levante, Tánger por el contrario nos recibía sosegado y luminoso, invitando al visitante a pasear por sus calles y avenidas, tomando un té con “shiba” o hierbabuena e, incluso, “tapear” con unas cervecitas o un buen vino en el restaurante “Rubis”, sito en la calle peatonal abierta frente al hotel “Rembrandt”.

Después de saludar a la secretaría de organización del PJD (Partido de la Justicia y el Desarrollo, reunido en una sesión técnica en el liceo técnico “Mulay Yusef”) y de intercambiar unas palabras y un efusivo abrazo con su mejor activo, el doctor Sâad El Othmani, aproveché un asueto para darme una escapada antes de la comida, tomando el aire y pateando por una ciudad inusualmente tranquila. A poco distancia, en el moderno centro y cerca de las sedes de la “Wilaya” y la “Sureté” levanta su inhiesta torre, parecida a un alminar, la elegante iglesia de “Nôtre-Dame de l´Assomption”, icono referencial de la comunidad católica francesa en Tánger y construída, según creo, en 1949. Tras acercarme al templo con la intención de sentarme un rato en su umbría (vieja costumbre desde los tiempos universitarios y sobre la que algunas catedrales son testigos mudos de algunas lecturas), me encontré el mismo abierto y en plena celebración del ritual de la misa. Ni corto ni perezoso dirigí mis pasos hacia el interior donde permanecí, respetuoso, hasta el final. El templo, de una sencilla y elegante belleza, vibraba con la cálida música africana entonada por un conjunto formado por parte de la comunidad negra presente, coreado en ocasiones por la otra mitad de los asistentes, franceses de todas las edades e incluso algunas jóvenes parejas con sus hijos: “¡Ibo nazalamba bana ta a yamba e Yamba mpassi, yamba o sombo!”. El oficiante, que me resultó rápidamente conocido, pareció unirse en una emotiva canción final con todos los fieles: “Toi notre Dame, nous te chantons! Toi notre Mère nous te prions!. Toi qui portes la vie, Toi qui portes la joie, Toi que touches l´esprit, toi que touches la croix! Toi qui donnes l´espoir, toi qui gardes la foi. Toi qui passes la mort, toi debout dans la joie!” Tras concluir saludé al oficiante, el franciscano monseñor Agrelo, natural de Rianxo (La Coruña) y arzobispo de Tánger desde hace unos seis meses. Tras recibirme amable y un tanto sorprendido, respondió con una amplia y franca sonrisa a mi confesión de “católico administrativo” (por alguna oscura razón hasta el momento no he apostatado), abiertamente crítico en su agnosticismo trascendente y al que no le avergüenza vivir aun el “Padrenuestro” pero al que le sienta como un trago de ricino el infumable “Credo” de Nicea sin el que no es posible, ni en lo teológico ni lo institucional, la Iglesia Católica: “Bueno, ¡Dios se lleva muy bien con vosotros!” (Palabra de monseñor Agrelo).

La comida con los militantes y cuadros del PJD, como siempre: sencilla, nutritiva y abundante. Y el té en “Osiris”, excelente.
 

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