La Historia que se forja con la sangre de la guerra no
siempre llega a los libros con la misma claridad con la que
se viven los enfrentamientos en primera línea. Estudiando de
cerca la literatura bélica, puede verse que, en ocasiones,
los acontecimientos son narrados desde el punto de vista de
los vencedores, y que la memoria de los vencidos queda
condenada al olvido o, en el caso de los soldados españoles
apostados en Sidi Ifni a mediados del siglo pasado, a la más
absoluta indiferencia cuando ahora se cumple el 50
aniversario de este conflicto.
Antonio Herrero Andreu, detective privado, exguardia civil y
periodista, lleva indagando “unos 23 años en este lugar y
fecha concretas” para reavivar el recuerdo de “los caídos de
la vida y la memoria” en Ifni, antigua colonia española
situada en la cornisa atlántica de Marruecos a la altura de
las islas Canarias y a unos 200 kilómetros de la turística
Agadir. Lleva a cabo esta empresa por dos motivos
fundamentales: por un lado, porque no considera que se trate
de “una guerra de guerrilla secreta”, como se ha calificado
a este conflicto en numerosas publicaciones. Por otro lado,
porque él “quería estar allí”, pero no le dejaron. “En el
año 57, cuando estalla la guerra, yo le dirijo una carta al
comandante de la Segunda Bandera de Paracaidistas, el
teniente general Tomás Pallasierra, que murió hace tres
años”. En la misiva, Herrero solicita alistarse en la
Bandera Paracaidista con destino a la guerra de Ifni. Pocos
días más tarde, obtiene una contestación: no podía ir porque
“tenía 20 años y estaba alistado en caja”. Según la Ley de
Reclutamiento y Reemplazamiento militar, para elegir un
destino donde realizar el servicio, antes debía esperarse el
sorteo de destino, jurar bandera en el emplazamiento y, acto
seguido, solicitar el traslado. Cuando por fin Antonio pudo
elegir Ifni como lugar de destino, la guerra allí ya había
acabado. “Cuando llegué era mayo del 58 y allí no había
nada”.
El clamor de la batalla
“Los primeros disparos se escucharon a las seis menos veinte
de la madrugada del 23 de noviembre de 1957, momento en que
comenzó el ataque a los puestos de interior por parte del
Ejército de Liberación Marroquí”. Los primeros en responder
al ataque fueron las compañías de fusiles de Tiradores de
Ifni, desplegados por los territorios del África Occidental
Española de la siguiente forma: “la compañía número once, al
mando del capitán Daniel Paradela Varela, tenía el puesto de
Tiugsa o Tagagra, en la región del mismo nombre; la 12ª
Compañía se encontraba en el puesto de Telata de Sbuia, al
mando del capitán Niceto Llorente Sanz y la 13ª Compañía
estaba localizada en el puesto de T´Zenin, al mando del
capitán Valeriando Hernández Martín. “Pasada la madrugada de
ese fatídico 23 de noviembre, en el suelo había 18 muertos,
31 soldados habían desaparecido y había más de 100 heridos”,
comenta Herrero citando la relación de bajas escrita en un
documento de la Tercera Sección del Estado Mayor de la
Capitanía General de Canarias, con fecha del 21 de mayo de
1968.
“Se trataba de soldados españoles de reemplazo, con pocos
conocimientos y que no podían imaginar, ni de lejos, lo que
significaba enfrentarse a una guerra”, asevera. Esa
madrugada auguraba un conflicto que no había más que empezar
y que se prolongó hasta junio de 1958 aunque, “según una
nota del Ministerio del Ejército, la guerra terminó
oficialmente en marzo del 58”, apuntó Antonio Herrero. Pero
hay motivos para pensar que el duelo continuó hasta entrado
el verano: “en agosto del año 58 cayó un avión en acción de
guerra. Estaba pilotado por un capitán del Ejército del
Aire, que operaba en El Aiún”, afirma Herrero.
Desde Ceuta salieron dos unidades destacadas a Ifni, a las
cuales el historiador les trata de seguir la pista. Se trata
de una compañía expedicionaria de Sanidad de Ceuta y un cabo
de Regulares del Grupo de Infantería de Regulares número
Tres. Tiene la certeza de que la primera de ellas salió de
la ciudad caballa rumbo al hospital de Ifni en diciembre de
1957. Fueron para “reforzar las tareas en el hospital”. Y es
que, según el citado documento de la Tercera Sección del
Estado Mayor de la Capitanía General de Canarias, fechado en
junio del año 58, las bajas mortales durante la guerra de
Ifni-Sáhara fueron 154 en acción de guerra, mientras que los
heridos rozan los 500 y desparecieron 54, “de los cuales hay
que descontar 40, que fueron prisioneros de Marruecos, que
fueron liberados por Rabat en presencia de Hassan II y
Mohamed V, en el Palacio Real ante el embajador de España en
Marruecos en mayo del año 59”. Desde Rabat los llevaron a
Ceuta. Entre estas cuarenta personas había tres mujeres, dos
niños, un cabo de Guardia Civil y dos fareros -vigilantes- y
un conductor de camión. El resto de los liberados eran
militares.
Silencio
El silencio que el régimen obliga a mantener al Ejército
sobre informaciones relativas a la guerra es algo lógico, ya
que “nadie quiere enseñar las cartas al enemigo diciendo
dónde hay un puesto de control”. Pero Herrero denuncia que
hoy, casi 50 años más tarde, el Ministerio de Defensa deja
esa información cogiendo polvo en los cajones en vez de
compartirlos con la Historia. Asegura que, para conseguir
una imagen del comandante navarro Luis Navarrea ha tenido
que esperar “más de 21 años” y que “han tenido que pasar
otros tantos para conseguir una respuesta oficial sobre la
existencia de la guerra en Sidi-Ifni”.
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El proyecto ‘Gran Marruecos’ proyectó la
recuperación de Ceuta y Melilla en 1957
El Ejército de Liberación Marroquí
fue un movimiento guerrillero creado en febrero de 1944
formado por una agrupación africana de diversa
idiosincrasia: rifeños, berebéres, árabes de los populosos
barrios de las ciudades marroquíes, y ocupantes del Atlas,
unidos por el objetivo común de poner fin al colonialismo,
primero francés y, poco más tarde, español. A principios de
abril de 1956, España y Francia liberan al país alaui del
protectorado, dejando estos territorios bajo el gobierno del
rey Mohamed V, que no tarda en viajar a Madrid para exigir a
Franco las tierras de Ifni y Tarfaya, a lo que se negó el
caudillo de forma rotunda. Pero el proyecto del ‘Gran
Marruecos’, teoría sobre la “recuperación” de los
territorios de Ifni, el Sahara español, Ceuta y Melilla,
siguió adelante.
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