El colegio puede ser el lugar donde un estudiante puede
pasar los mejores momentos de su vida o, por el contrario,
estar inmerso en una situación que más bien pudiera
semejarse al infierno. Desgraciadamente los casos de acoso
escolar han pasado de la anécdota a la categoría hasta el
punto de llegar a provocar suicidios por parte de algunos
menores. Otras problemáticas como las bandas juveniles, las
drogas y los peligros de internet también acechan a los más
pequeños durante su etapa educativa. Pues bien, para
combatir estos males y para proporcionar información a los
propios escolares los ministerios de Educación e Interior
coordinan una iniciativa nacional pionera que funciona en
Ceuta desde hace unas semanas bajo el título de Plan
Director para la Mejora de la Convivencia y la Seguridad en
los centros. Los alumnos de la ESO de los seis institutos de
la ciudad están siendo los primeros en asistir a las charlas
que, sobre estas temáticas, estan impartiendo especialistas
de la Policía Nacional y la Guardia Civil.
La agresividad. Este instinto humano es uno de los factores,
sino el principal, que actúa en el individuo que protagoniza
los casos de acoso escolar o bullying. Este último término
ha ganado mucho peso informativo en los últimos años y viene
a usarse como sinónimo del acoso escolar. El especialista de
la Policía Nacional, licenciado en Psicología, que impartía
la charla a los estudiantes de segundo de la ESO en el
Instituto Almina explicó a su público el origen del término:
“La palabra bullying tiene sólo diez años de vida y fue
acuñada por un psicólogo noruego. La raíz procede de la voz
inglesa ‘bully’, que significa matón”. La matización hecha
por este para completar la información de los escolares es
que un caso aislado de insulto, difamación, amenazas o
golpes de un alumno contra otro no puede considerarse acoso
o bullying “tienen que ser acciones continuadas”.
La víctima, el agresor y los espectadores son los tres
actores que intervienen en los casos de acoso escolar. De
ellos, los últimos son “los más importantes porque pueden
cortar de raíz ese tipo de acciones alertando a los
mayores”, precisó el representante del cuerpo policial.
Mientras este pronunciaba estas palabras uno de los
escolares interrumpió para preguntar: “Y qué pasa si no hay
nadie viéndolo”. La respuesta del adulto fue ipsofacta: “Es
muy difícil que no haya alguien que no se entere de este
tipo de sucesos, ya sea por ser testigo de ellos o por que
se lo han contado, y en cualquiera de los casos la opción
que tienen que tomar es la de ponerlo en conocimiento de
profesores, orientadores, padres o la propia Policía”.
En el mundo de los niños, contar algo que se supone es
propio de ellos a los adultos está siempre relacionado con
la acción de chivarse. Así lo manifestó uno de los
estudiantes que atendía la explicación del policía. Este,
rápido y certero aseveró: “Nunca un adulto serio y
responsable acusaría a un menor de chivato por denunciar un
acto como ese. No tengáis ninguna duda”.
Una vez ha quedado claro que la vía “esencial” es comunicar
el suceso, el conferenciante informó a la chavalería de las
opciones existentes, aparte del cara a cara con el adulto.
Los teléfonos son siempre muy socorridos y para estos casos
hay varios: Cruz Roja (902-222-292), la Línea del Menor
(900-202-010).
Causantes de la agresividad
Volviendo al germen del acoso escolar, la agresividad del
individuo, esta puede ser innata o adquirida. El psicólogo y
policía enumeró algunos de los factores que provocan la
agresividad en el menor. Algunos de ellos son: la
competitividad propia de la sociedad, la violencia que
transmiten los medios de comunicación, los factores
biológicos y los estilos de educación. Este fue uno de los
momentos en los que hubo una mayor interlocución entre
adolescentes y adultos. Siguiendo en la línea de la
violencia transmitida por los medios de comunicación, el
conferenciante quiso comprobar su hipótesis de partida, que
la agresividad vende. No hubo que ir mas lejos, a la
cartelera de cine. “Rambo es agresividad pura. El ‘tío’ se
carga a 300 birmanos y le revienta los sesos a alguno en
concreto pero como son malos pues cuantos más, mejor”,
concluyó. Los estudiantes no le andaron a la zaga y
empezaron a comentar la película. La violencia que muestra
no les pareció un factor aversivo, irían a verla.
“El resultado de todo es la normalización de la violencia”,
resumió. Cuando uno se encuentra todos los días y a casi
todas las horas con actos explícitos o implícitos de
violencia al final estos actos, cuando se viven en carne
propia, tienden a perder todo el impacto que realmente
poseen. “La pérdida de sensibilidad es capital para el
desarrollo del bullying”, sentenció.
La infancia es la edad en la que el ser humano se forma como
persona en el futuro, por lo que los hábitos adquiridos
durante este periodo se perpetúan durante la etapa adulta,
advirtió el psicólogo a los estudiantes. Fue en este momento
en el que este buscó su complicidad en forma de pregunta:
“¿Como será de adulto un niño que ha dado rienda suelta a su
agresividad de pequeño?” pues “violento” contestaron. Fue
esta la muestra de que habían cogido el mensaje.
Penas por agresión
Este fue el capítulo en el que el agente de la autoridad
menos se paró, sin embargo sí hizo hincapié en algunos
aspectos. Este recalcó a los menores que “cualquier agresión
genera responsabilidades”. Así, hecha la salvedad de si
estas se producen en edad infantil o adulta, el
conferenciante precisó algunas de las penas. Un puñetazo con
lesiones de menor a menor puede ser castigada con un año de
internamiento en un reformatorio. Mientras, en el caso de
tratarse de un adulto, el lugar de cumplimiento de la pena
pasa a ser la cárcel y el tiempo, alrededor de los tres
años.
Como no podían ser todo cosas malas, el agente ofreció a los
alumnos algunas opciones para canalizar la agresividad del
ser humano. “Ya sé que os reiréis pero no tiene ninguna
gracia. Esta científicamente probado que la agresividad se
libera haciendo deporte, ejercicio físico o realizando actos
de ayuda a la comunidad”, afirmó.
La conferencia finalizó con un gran aplauso para los
policías. Estos manifestaron estar “gratamente sorprendidos”
por la atención y aceptación de los estudiantes.
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