Lunes. 4
Camino por la Avenida de Sánchez-Prados cuando muchos
periodistas, todos juntos, se dirigen hacia el Ayuntamiento.
Me imagino, por la hora, las dos de la tarde pasada, que van
a cubrir la comida de los populares con Mariano Rajoy en el
Hotel Tryp. Yo los veo desde la acera de enfrente. Y es en
ella, entre el hotel y el llamado también Palacio de la
Asamblea, donde me hallo con Carmen Echarri y Luis Manuel
Aznar. Y es la directora del decano la que me saluda al
pasar, con las mejores maneras y por tanto no puedo por
menos que pararme con ellos y ponerme a pegar la hebra. A mí
se me ocurre, para evitar cualquier rigidez momentánea,
aprovechando que la tribu periodística se agolpa en la
entrada del City Hall, decirle a Carmen que quienes más han
arremetido contra Juan Vivas son los que ahora ocupan cargos
en gabinetes de análisis, Radio Televisión Ceuta y demás
chiringuitos preparados al efecto. Carmen se ríe y me sigue
el juego, pero sin decir ni pío al respecto. Eso sí, está
tan dispuesta como yo a que la conversación se mantenga
dentro de las reglas del juego. Olvidándonos de discusiones
pasadas y de los enfrentamientos habidos por defender los
intereses de nuestras respectivas empresas. Que siempre
serán motivos de permanente discordia. Es nuestro sino.
Ahora bien, lo mismo que en otras ocasiones yo no he tenido
el menor inconveniente en dirigirme a una Carmen Echarri
ceñuda y distante de mí, hoy ha sido ella la que ha sido
capaz de alegrar su gesto y convencerme de que quería oírme
decir las cuatro guasas de costumbre. Algo es algo...
Martes. 5
Leo que José Enrique Díaz se reunirá por la tarde con
Felipe Escane, presidente de la Asociación Deportiva Ceuta y con
Cecilio Castillo y Antonio García-Gaona, vicepresidentes. El
motivo es que no quiere seguir actuando como entrenador. El
hombre ha pasado de una euforia desatada cuando lo de
Mazarrón, donde se le llenó la boca de testes triunfales,
para sentir más tarde un enorme canguelo a la hora de
sentarse en el banquillo. Un pánico que se debe, según lo ha
venido contando el técnico sevillano, a que detrás de él se
sitúa un individuo que le insulta sin cesar. A pesar de ese
estado depresivo que dejaba entrever el entrenador y, cómo
no, de su ansiedad por estar fuera de su casa tantos días,
yo esperaba que la directiva se hubiera mantenido en sus
trece y nos hubiera dicho: el entrenador seguirá siendo José
Enrique Díaz. Y si se niega, pues está en su derecho,
llegaremos a un acuerdo con él para que se vaya cuanto antes
a esa Sevilla donde le esperan los suyos. Pero la directiva,
tan novata y tan generosa, ha picado el anzuelo y le ha
buscado sustituto en un santiamén. Y ya tenemos al tercer
entrenador del equipo en Ceuta. ¡Qué derroche económico!...
¡Y qué sensación de falta de autoridad están dando los
directivos! Me cuesta trabajo decirlo: pero están cometiendo
errores imperdonables. Eso sí, la persona que debería
llamarles la atención, seguramente será la que les ha dicho
que lo que ellos hagan estará bien hecho. Esperemos que
Benigno Sánchez permanezca en su puesto hasta el fin de la
temporada. Y que el equipo gane todos los partidos.
Miércoles. 6
Con Luis Vicente Moro tuve yo poco trato. Ninguno durante
sus primeros años como delegado del Gobierno. Ya que estuve
mucho tiempo alejado de la profesión por haber sido objeto
de un atentado en toda regla. Nada más regresar al tajo,
recibí una llamada de alguien cercano a él con el fin de que
aceptara una invitación para comer en sitio céntrico. Y no
tuve el menor inconveniente en acudir a esa reunión en la
cual se habló de varios asuntos locales. En las distancias
cortas, y cuando él se lo proponía, debo decir que Luis
Vicente se ganaba muy pronto la voluntad de los demás.
Aunque en mi caso no pudo. De modo que un día chocamos y
jamás volvimos a dirigirnos la palabra. Lo cual no es óbice
para que a mí me haya producido cierto malestar el verle ya
en varias ocasiones sentado ante quienes lucen puñetas en la
bocamanga. Lo cual nunca es agradable. Es verdad, como le he
leído a Tomás Partida, que viéndole en la sala de lo penal
uno termina compadeciéndose de su soledad. La de quien
durante varios años gozó de un poder omnímodo y se vio
constantemente adulado por cuantos le temían más que le
respetaban. Es el sino de muchos hombres: un día consiguen
encaramarse a un puesto desde el cual miran hacia abajo y
ven a los demás insignificantes. En cambio, los de abajo
suelen ver gigantes en las alturas del poder. Y deciden
convertirse en corifeos de ellos por egoísmo exacerbado. Me
conmueve la soledad de Luis Vicente Moro en el banquillo de
los acusados.
Jueves. 7
Me desayuno con la lectura de un escrito –titulado:
Aróstegui, el apóstol de la mentira- perteneciente al
Gabinete de Prensa del Partido Popular. En el cual llaman
mentiroso, calumniador, insidioso y demás lindezas al
Secretario de Política Municipal del PSPC. Los populares han
venido soportando, sin decir esta boca es mía, todos los
ataques de JLA al Gobierno presidido por Juan Vivas. Pero ha
llegado un momento en el cual la callada por respuesta
podría entenderse como un sometimiento a la voluntad de
quien ha decidido que el pulso que le está echando a Vivas
lo tiene que ganar por encima de todo. Aunque sea a costa de
dejarse en el envite algo más que pelos en la gatera. Y es
que el hombre a quien ya empiezan a conocer como el
iluminado, una especie de Rasputín en ciernes, ha optado por
confundir a los concesionarios del Mercado de Abastos. Se ha
atrevido a meter la cizaña de la desconfianza entre ellos.
Con lo que eso significa. Y, claro, el PP ha levantado ya la
voz contra quien considera que está trabajando para
empresarios en la sombra. A mí me parece estupendo que el
iluminado haya alertado a los comerciantes del mercado de la
posibilidad de que el Presidente de la Ciudad no cumpla con
lo que les ha prometido. Sí, tal y como suena... Por más que
uno sepa que Aróstegui ha querido poner a los concesionarios
desconfiados y avizores, por intereses propios. Sin embargo,
su jugada acabará por convertírsele en efecto bumerán. No
hay que ser muy listo para darse cuenta de que el Gobierno
de la Ciudad, en cuanto pueda, se comprometerá con los
concesionarios de manera que le sea imposible jugarles una
mala pasada. De modo que, en esta ocasión, su maldad ha
servido para hacerles un bien a quienes viven de vender sus
productos en el mercado. Y yo me alegro muchísimo.
Viernes. 8
Perderle el miedo a la muerte es una aspiración de todos los
que aún vivimos. Dicen que quienes lo consiguen son más
libres. Es un asunto tan debatido como capaz de generar
controversias. Lo que sí está claro es que nadie quiere
morir hecho una piltrafa. Bueno, sí es verdad que muchos de
los gurús y de los santos son personas que han hecho del
sufrimiento un modo de vida. Saco este breve a colación
porque estoy en un establecimiento público y llegan hasta mí
las palabras de dos señoras septuagenarias y que dicen ser
de misa y comunión diaria. Hablan de la muerte y de cómo la
hermana de una de ellas, llevada de sus creencias en Dios,
había sufrido lo indecible hasta cerrar los ojos
definitivamente. La afectada por el caso de su hermana, le
cuenta a la amiga que lo que más desea, cuando le toque
pasar por ese trance, es acostarse y aparecer ya cadáver por
la mañana. Por más que sus hijos se lleven tan penosa
impresión. De lo contrario, si se trata de pasar lo que pasó
su hermana, ella les pedirá a los suyos que recurran a la
sedación. O lo que crean conveniente con tal de evitarle un
sufrimiento tan grande. La amiga daba muestras de estar en
su misma línea. Por la noche, en “Cuatro”, Iñaki Gabilondo
entrevista a Mariano Rajoy y le pregunta por el derecho a
morir dignamente. Y Rajoy le contesta que él “es partidario
de luchar por la vida de la gente”. ¡Toma del frasco,
Carrasco! Y, lógicamente, el entrevistador insiste. Y no
hubo maneras de sacar al candidato popular de su concisa
contestación: “Soy partidario de luchar por la vida de la
gente”. Claro que de no haber respondido así, menuda bronca
le hubiesen dado desde el púlpito de la Cope. Ay, don
Mariano...
Sábado. 8
La mañana está tomada por el viento de levante. Para colmo
se han suspendido los barcos y nos hemos quedado sin
periódicos. Salgo de la “Boutique de la Prensa” con el ceño
fruncido cuando me hallo con Taffi. El cual, tan jovial y
atento como siempre, me pregunta por la situación de la
Asociación Deportiva Ceuta. Quiere saber qué opino yo de
todo lo ocurrido en relación con el director técnico y la
directiva. Puesto que dice haber leído lo que escribí al
respecto el viernes pasado. Mi respuesta es clara: si leíste
“El Oasis” de ese día, dedicado a Felipe Escane, poco o nada
me queda ya por decirte. Entonces va Taffi y con su
característica buena fe me pone al tanto del enorme cabreo
que tiene el presidente de la Ciudad por todo lo que viene
sucediendo en el club. Y, dada su forma de ser, quiere saber
si Juan Vivas ha hablado conmigo. Mi contestación no podía
ser sino la siguiente: ¿por qué habría de hablar el
presidente de la ciudad conmigo de fútbol? Ni de fútbol ni
de nada... Pues te aseguro que está que arde con la
situación, me dijo. Y más que lo va a estar cuando se entere
de que hay directivos del club que no soportan las críticas
por haberse dejado manejar por José Enrique Díaz y la han
tomado con uno de los redactores de esta Casa. Bien haría,
pues, Cecilio Castillo en aceptar el ridículo a que los ha
sometido el técnico sevillano. Porque poco o nada va a
conseguir con amenazas e insultos. En mi caso,
concretamente, lo único que he hecho es relatar un pasaje de
una conversación con Felipe Escane. Callando, además, lo más
sustancioso de sus declaradas cuitas por el mal
comportamiento del ya reseñado director técnico. Así que lo
que tiene que hacer, el vicepresidente, es cumplir con sus
obligaciones como directivo y si el entrenador se lo
pidiera, que todo es posible, poner al servicio de éste sus
grandes conocimientos del deporte rey. Y a otra cosa,
mariposa.
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