La mañana se presenta un poco
fría, el Levante levanta la liebre de los aires fríos y de
las aguas inquietas del Estrecho. El encapotado cielo me
hace desistir de agarrar la moto y me convence de que es
bueno caminar un rato largo.
Agarro mi cámara y enfilo el Paseo de las Palmeras dirección
al puerto. Quiero pasear por el mismo y que este paseo me de
motivos para escribir un artículo, cosa que me viene
fácilmente al divisar el antiguo amarre de los ya lejanos
transbordadores de gratos recuerdos.
Tirando de máquina. Por suerte hoy en día no gasto nada en
fotografías inútiles, ya no compro carretes de películas y
con una simple tarjeta hago y deshago montones de fotos.
Bueno lo que iba, tirando de máquina me encuentro con unos
hechos que para sí lo quisieran reporteros de acción, o de
campo. Y yo no lo soy.
Resulta que mientras efectuaba algunas tomas fotográficas,
con las que adornar uno de mis artículos de la serie
“Escritos durante el camino”, observé a un grupo de jóvenes
inmigrantes, que por las trazas parecían musulmanes,
hurgando en el interior de una especie de contenedor, o caja
de camión, aparcada en el interior del recinto portuario del
muelle de España. Poco más allá de ese contenedor o caja de
camión, uno de los buques de Acciona permanece atracado.
Al principio creí que eran trabajadores temporales empleados
en la carga y descarga de mercancías o de suministros a los
barcos, pero cual no es mi sorpresa cuando descubro que los
tres salen a toda pastilla hacía las verjas que delimitan
esa zona, suben por las mismas y saltan al exterior… todo
ello delante de mis narices y emprenden una carrera, como
almas que llevan el diablo, hacia la avenida del Cañonero
Dato donde desaparecen de mi vista.
Pese a la sorpresa de esa acción pude hacer un par de
disparos con la Canon y si no proseguí con la secuencia era
porque se me aproximaban descaradamente y uno no tiene
madera de héroe si añadimos a la edad que tengo el que no
cobro del Estado para defender los intereses de los
comerciantes o suministradores.
Ignoro cómo pueden ocurrir estas cosas a plena luz del día,
digo del mediodía, con los miembros de las fuerzas de
Seguridad desperdigados por toda la ciudad y ni uno presente
en ese lugar.
Suponemos que el recinto portuario está debidamente
protegido y vigilado, más aun si tenemos en cuenta la
situación estratégica de la ciudad y de su puerto. Por lo
que no me deja de causar extrañeza que cualquiera pueda
tener fácil acceso a las cargas contenidas en contenedores o
cajas de camión, saltar limpiamente verjas y salir corriendo
sin que nadie los persiga. Y todo ello en el mismísimo
centro de la ciudad, del puerto…
Pese a los comunicados de las autoridades sobre detenciones
de inmigrantes ubicados en el puerto, no deja de ser una
especie de conato de alarma social estás actuaciones de los
mismos inmigrantes. El peligro que estos suponen para la
armonía y tranquilidad de nuestra ciudad no nos dejan
tranquilos.
Si tenemos en cuenta que el robo de coches y de interiores
de los mismos está a la orden del día, de la noche mejor
escrito, es conveniente que las fuerzas de Seguridad
redoblen sus esfuerzos y extremen la vigilancia de esta
gente desesperada en que se han convertido los inmigrantes,
aunque dudo que algunos sean honrados y no sean más que
delincuentes que huyen de la justicia de su respectivo país.
Espero que ésta sea la última vez que presencio y fotografío
un acto de estos, he regresado a mi ciudad natal para vivir
tranquilo… cosa que veo no será posible si mantenemos en
“status quo” de estos inmigrantes sin papeles y con
residencia permanente por el “impasse” de quienes tienen que
controlarlos y devolverlos sin excusas a sus países o
enviarlos a la península y que las autoridades de allá se
las apañe con ellos. Bastante tenemos aquí con vigilar
nuestras fronteras, las autoridades, y nuestros bienes, los
ciudadanos.
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