A mediados del año pasado, di a
conocer el movimiento llevado a cabo por determinados
padres, para la no escolarización de sus hijos, practicando
el “homeschooling” o “educación en casa”.
En los momentos actuales, surgen nuevos casos, como el “del
niño de Sanlúcar”, de 10 años, cuyos padres no han permitido
la escolarización de su hijo, y que está pendiente de un
Juzgado de Instrucción de la mencionada localidad para que
se pronuncie al respecto. De momento, esperan a que un
equipo de Orientación Educativa de la Delegación Provincial
de Educación, acuda a su casa para comprobar el entorno en
el que se desarrolla el aprendizaje del niño y valorar su
nivel de conocimientos. El informe que emita será enviado al
Juzgado, que deberá decidir si autoriza al menor a seguir
formándose desde casa o, por el contrario, debe matricularse
en el Colegio próximo a su domicilio donde tiene reservada
su plaza.
El defensor del Pueblo Andaluz, presentó un escrito al
Parlamento Andaluz en estos términos: “Si observamos a los
países de nuestro entorno y vislumbramos el futuro con una
cierta perspectiva, nos daremos cuenta de que no podemos
seguir apostando por un único modelo educativo como algo
exclusivo y excluyente, que condena sin paliativos a la
ilegalidad, o incluso criminaliza a todo aquel que opta por
modelos educativos alternativos… Es necesario abrir un
debate social, especialmente en el seno de la comunidad
educativa, en el que se analicen nuevas realidades sociales
y educativas y se vayan perfilando las claves para una nueva
legislación”.
Las razones que los padres esgrimen para sacar a sus hijos
del sistema escolar y educarlos dentro del hogar, son muy
diversas, pero la mayoría está de acuerdo en que el modelo
educativo actual no responde plenamente a sus necesidades ni
a las de sus hijos. En países como el Reino Unido, Francia,
Italia, Portugal… la Ley reconoce el derecho a asumir en
solitario la enseñanza de los hijos.
Conviene recordar que la opción de educar a los hijos en
casa, en lugar de enviarlos a la escuela, cuenta cada vez
con más aceptación en nuestro país, pese a que este es uno
de los pocos países europeos donde la práctica no está
regulada. Por otro lado, la ley establece que la Educación
Primaria y Secundaria son obligatorias y que el Estado debe
disponer de una plaza escolar para cada alumno. Pero no
recoge la posibilidad de que esta enseñanza se lleve a cabo
en el seno de la familia.
La Asociación para la Libre Educación, ALE, en nuestro país
acoge a más de 2.000 familias que han puesto en práctica
este método educativo. Sin embargo, su derecho a ejercerlo
se cuestiona a menudo por parte de los poderes públicos, que
abordan algunas de estas situaciones como casos de
absentismo escolar.
Sin embargo, según las críticas de los miembros de ALE el
sistema español “penaliza” a estos niños, porque les obligan
a esperar hasta los 18 años para examinarse del título de
Enseñanza Secundaria, en una convocatoria de adultos. Y a
partir de ahí, pueden acceder al Bachillerato, la
Universidad o a Módulos Formativos.
Defensores de este sistema piensan que el modelo de acomoda
al estilo de aprendizaje y a sus intereses, y les permiten
dedicar más tiempo a las actividades que les gustan.
Nuestros hijos crecen con la idea de que el aprendizaje
forma parte de la vida, ya que responde a una necesidad
innata, y no a una obligación externa. Lo que importa es que
los niños sepan demostrar sus conocimientos y no dónde o
cómo los hayan adquirido.
A los padres interesados sobre el método “Crecer sin
Escuela” les surgen problemas como ¿Todos los padres está
preparados para orientar a sus hijos? La respuesta,
obviamente, es no. Tiene que confluir circunstancias como
que estén suficientemente preparados, familias bien
estructuradas, que dispongan de tiempo, que los niños se
sientan motivados; por lo tanto, aunque el sistema se
legalice siempre estará restringido o limitado a un número
muy escogido de familias. De hecho, los casos de padres
defensores del “homeshooling” son, generalmente personas
universitarias, con puestos de trabajo estables y buenas
remuneraciones económicas.
Por otra parte, ¿cómo se resolvería la socialización del
niño? Por mucho que se quiera deben salir del ámbito
familiar para relacionarse con sus amigos, realizar
actividades lúdicas en común… Por todo ello, aunque se hable
excelencias del método, bajo mi punto de vista, pocas
familias se unirán al proyecto, y seguirán considerándolos
como absentismo escolar. Además, pese a lo que piensan
algunos optimistas, no resolverá el fracaso escolar, puesto
en actualidad recientemente por el Informe Pisa.
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