Estamos por un casual en la España
de “Los tambores de Calanda”? Lo digo por los sucesos,
terribles, que salpican tertulias y telediarios. De hecho,
parece que, toda la actualidad se ha reciclado en tema para
aquel viejo periódico de la etapa de la Oprobiosa Dictadura,
llamado “El Caso” que iba de crímenes truculentos, en su
mayor parte rurales y de aconteceres de la España Negra.
¿Qué musitan con caras de ser más cursis que un puchero de
garbanzos feng shui? ¿Qué aquel periodicucho retrataba un
país de tintes siniestros, que nada tiene que ver con la
modernez del Ave, ni con el progreso actual del Estado del
Bienestar? Bueno, discrepo, “bienestar” para quienes no
estén puteados por créditos, letras e hipotecas, ganen
buenos jornales, le den la revuelta a Hacienda interponiendo
sociedades y hasta tengan “cultura del ocio” que es cosa muy
fina y de mucha categoría. Para el pueblo soberano, en su
mayoría, el Estado, lo es de Malestar, pasando fatigas y
estrés crónico. Y encima con los informativos salpicando
sangre y tragedias. Nunca, como ahora, teníamos casi a
diario asesinatos, de hecho, aunque, reconozco que, en los
tiempos del Caudillo servidora vivía en otro país, a mí me
parece que, con Franco, se mataba menos a las mujeres. Y no
me digan que, como no existían libertades, las pobres
féminas asesinadas, se mantenían discretas y sin que
trascendiera la cosa del ámbito doméstico. Muertas silentes.
No. Un crimen es un crimen y si se cometía, salía de
inmediato en El Caso, intervenía la Brigadilla, llevaban al
criminal al Cuartelillo, le majaban a palos para que se
quitaran las ganas de volver a matar a nadie y, si un caso
extremo, le daban el garrote vil, que era muerte muy de la
Crónica Negra y de la España de sombras de Buñuel. Justicia
había entonces. Y más dura que la de ahora.
¿Qué la Justicia Antigua era más eficaz y disuasoria que las
blandujerías y los garantismos actuales? Yo les contesto
¿Odia el Diablo la Sagrada Hostia ¿Pero no deben ustedes
decir nada bueno de los tiempos pasados, porque les llamarán
“fachas hijoputas” ¿Qué escupen con gestos de infinita
insanía pulmonar? ¿Qué, hoy por hoy, ser “facha” es “lo más”
del pijerío?. Vale, digan lo que quieran, ya sé, ya sé que,
con el Franquillo, se cerraban las cárceles por falta de
clientes, pero les digo que no era tan solo porque, las
Fuerzas de Orden Público, los grises y los picoletos,
imponían un respeto que te cagabas de miedo, eran otras
cosas… Era que, los hombres y las mujeres tenían otro
temple, más bravío, más “verdad” y dos hombres o dos
vecindonas podían matarse a golpes y acabar en el
dispensario, pero no se denunciaban, no acababan con la
correndija a los Juzgados y “la denuncia”. Antes, los
Tribunales trabajaban al ralentí. Hoy se encuentran
saturados, porque se ha perdido el recelo a denunciar y se
han perdido cosas viejas como “esto es cosa de hombres y
entre hombres se queda”. La honra vieja ya no existe. Y
todos denuncian a todos. Ya no hay “cosas de hombres”.
Bueno, algunas tradiciones se respetan y mantienen en el
pueblo gitano, esa pincelada mágica de la historia remota,
raza de caldereros y adivinos, de brujas y de costumbres
celosamente transmitidas: el respeto sin fisura a los
ancianos, el papel de la madre en la familia, la honra de
las mocitas a mostrar con cinco rosas, lo que impide el
puterío, el amor incondicional a los niños y el sentimiento
duro como el pedernal, de lealtad a la familia, al clan y a
la raza. ¿Qué están comentando ahora con caras de jueztorres
en ayunas? ¿Qué soy, como rifeña-calorra, bastante sectaria?
No. No lo soy. Solo digo la verdad, mayormente para no pecar
y afirmo que, así como el Tomate y loas tertulias rosáceas
eran una sublimación del Síndrome de Diógenes de la
carroñería, las crónicas de sucesos, con personas perecidas
en incendios, por emanaciones de gas, niños desaparecidos,
padres destrozados, mujeres asesinadas por psicópatas
hijoputas que, con la Oprobiosa Dictadura se pudrirían en el
Penal del Puerto de Santa María, albanokosovares asaltando
casas, ajustes de cuentas por trajines de drogas,
pandilleros feroces y Policías y Guardias Civiles maniatados
por malas interpretaciones de “Derechos Humanos” que son
temática muy elegante para aplicar en exclusiva a minorías
étnicas y a maleantes que acumulan detenciones (record en
España, un argelino que pasa de las trescientas y sigue
aquí, por sus cojones y la carencia de los nuestros), las
crónicas de sucesos… Deberían estar prohibidas. Por mucho
derecho que tengamos a estar informados. Pero la España
Negra nos hiela el corazón, nos asusta, nos hace infelices y
si las leyes no se endurecen y no se desempolvan leyes de
“Vagos y Maleantes” y de “Peligrosidad Social” pese a los
grititos de los profesionales de la buena conciencia. Si no
se reacciona con “tolerancia cero” y es de esa dureza
extrema de la que nos dan buena cuenta en telediarios…Para
eso, mejor, no dar más carnaza al morbo y no asustarnos más.
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