Son muy pocas las personas que tienen el privilegio de
visitar una exposición artística guiada por su propio autor
y, menos aún, si se trata de un pintor de la talla de Diego
Canca. Cientos de ceutíes, niños y mayores, se acercan estos
días al mundo de la pintura de la mano del artista ceutí.
Con motivo de la exposición ‘Reditio Ceutam’ (regreso a
Ceuta), que acoge el Museo de las Murallas Reales hasta el
próximo 16 de marzo, Diego Canca ofrece a grupos de
escolares y de adultos en general, la posibilidad de conocer
las técnicas que utiliza.
Las sesiones comienzan con una recepción del artista a los
asistentes en el ‘hall’ del museo, frente al rótulo que pone
su nombre así como el título de la exposición. Diego Canca
aprovecha ese momento para presentarse y conseguir que su
público haga lo propio, para poder hacer así una charla más
personalizada. Una vez que están todos presentados, y en un
ambiente más familiar, Canca presenta a su exposición y
explica el por qué de su título: “‘Reditio Ceutam’ significa
regreso a Ceuta, es mi regreso artístico, la primera vez que
hice una exposición individual en Ceuta fue en 1985 y desde
entonces no he hecho nada“.
A continuación los afortunados visitan la exposición
acompañados de un guía de excepción: el propio autor de la
obra, que aprovecha ese instante para enseñar diversas
técnicas pictóricas.
Primero, repasan una parte del museo donde se recoge una
muestra de lo producido entre 1.986 y 2.005. “He procurado
seleccionar obras emblemáticas de este período que den una
idea al espectador de la evolución de mi trabajo. Es cierto,
que faltan obras importantes que pertenecen a colecciones
privadas de Miami, Nueva York, algunos puntos de Europa y de
nuestro país que por distintos motivos no ha sido posible
traer”, explicó Canca.
A continuación este privilegiado público visita el trabajo
que el pintor realista hizo durante los dos últimos años
(2.006-2.oo7) “de forma específica para este museo y además
se presenta por primera vez”. Por último, Diego Canca
muestra orgulloso su cuidada obra gráfica, absolutamente
inédita, y compuesta por cuarenta y cinco grabados.
Durante toda la visita, autor y público no dejan de
interactuar ni un sólo instante. El primero, invitando,
enseñando y proponiendo, y los segundos consultando dudas.
Pero aún queda lo mejor. Mientras los adultos pueden
aprovechar el tiempo restante para resolver toda curiosidad
referente a técnicas pictóricas, los más pequeños estampan
un grabado guiados por el propio Diego Canca, que les va
enseñando cada uno de los pasos.
Una vez explicado el proceso de selección y grabado de las
planchas, los niños son los responsables de untarla con
tinta correctamente y transferirla al papel con tórculo
incluído.
Hecho el trabajo, los ‘autores’ se inventan un título, lo
escriben a lapiz y, como no podía ser de otra manera, lo
firman. Debajo, Diego Canca hace lo mismo, aportándele al
grabado más valor aún del que por sí ya tenía.
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