Primer sábado de febrero que lo
paso más aburrido que una ostra solitaria en la pecera de
cierto bar ceutí que cocina las peores almejas de todo el
territorio. Calles casi desiertas, mucha gente metida en
bares visionando la ridícula derrota del Real Madrid ante un
humilde equipo a años luz de su presupuesto. El resto de
gente están visionando las murgas, allá por la explanada de
la Marina. Unos pocos andan arriba y abajo del Revellín
dejando una estela de soledad.
Como no soy forofo del Madrid no podía quedarme viendo ese
partido de fútbol y me enfrasco en el partido de los
políticos. Muy atento he estado a los comentarios de esos
nuevos pseudo-políticos celestiales en que se han convertido
los jerarcas de la Iglesia católica con esa enésima
intromisión en la vida política de los ciudadanos.
Están iniciando, los obispos del núcleo duro de la
Conferencia Episcopal, la versión 2008 del nuevo
nacionalcatolicismo del país y la frase soltada por un
“show-man” televisivo: “¡Anda, están pidiendo el voto para
Franco!” tiene mucha, pero mucha miga.
Esta edición de alianza entre la derecha y el altar se está
convirtiendo en el principal frente de batalla para los
obispos, al menos para el núcleo duro, y para los políticos
reaccionarios.
No podemos ignorar que Jesús de Nazaret sentó el principio
de la separación entre la política y la religión con su
célebre frase que encabeza, a modo de título, el presente
artículo de opinión y ello hace que los profesionales de la
religión se queden en las antípodas del mensaje.
Los curas, sus jefes, se han pasado casi toda la legislatura
haciendo cosquillas a la política de un modo sobradamente
obsceno y partidista: contra el divorcio, contra el aborto,
contra el matrimonio homosexual, contra la Ley de Educación
para la Ciudadanía, pretenden deshacer la unidad de España,
están contra los diálogos de palabra y prefieren el diálogo
de las armas… ni una vez se han preocupado ni han tenido
compasión por los inmigrantes y los pobres les tienen sin
cuidado.
No quiero creer, pero es posible, que los jerarcas de la
Iglesia católica salgan a la calle realizando mítines con
modos y maneras tan apocalípticas que nos llenen de miedo.
No quiero pensar que salga un alto representante de la
Conferencia Episcopal al estrado agarrando a un niño por el
brazo y exclamando: “¡¡Con Zapatero, éste niño no estaría
aquí!!” o señalando a un humilde peón le espeta: “Vota PP,
¡¡te salvarás del infierno!!!”
No quiero pensar en que las cosas lleguen a tal extremo que
después de las elecciones ganen los socialistas, que van a
ganar quiéranlo que no, y como el PP continuará en la
oposición… ¿qué religión será dominante en el país al perder
la Iglesia? ¿El Islam? ¿Los judíos?
No creo que el PP gane las elecciones generales. Si ganara
tendría que pagar una abultada factura que presentarán al
cobro los miembros del Episcopado, sabiendo que éstos son
maestros en darle la vuelta a los argumentos, acomodándolos
a su conveniencia, como se demuestra en las palabras del
representante episcopal sobre el diálogo con ETA, tachó
primero de negociaciones y luego dicen que si aceptan el
diálogo… están como para que decidamos colocar a la Iglesia
en su sitio, limitar sus prebendas y privilegios para que
los asuman el estado de donde provienen: el Vaticano y
asegurar un país laico y plenamente democrático.
Me parece de un cinismo, que te caes, la manifestación del
obispo de cierta diócesis castellano manchega al pedirle a
Zapatero que “… no utilice a los obispos para agitar a las
masas” cuando son ellos mismos los que se utilizan para
agitarlas. Que la iglesia se sienta vapuleada por las
declaraciones del Presidente del país… ¿cómo se sentirá el
Presidente del país al ser vapuleado, zarandeado y manteado
por los profesionales de la religión? Poco le faltan para
que excomulguen a los políticos socialistas y eleven al
altar a los peperos… de seguro que Jesús de Nazaret se
estará rasgando las vestiduras, como corresponde a un buen
judío, al saber que utilizan sus enseñanzas para intereses
materiales.
Estamos en época de Carnaval y eso tampoco agrada a la
Iglesia. Aguantar toca. Tranquilos, seguidamente viene la
Cuaresma y podréis resarciros espiritual y sobradamente.
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