El catedrático de Economía
Aplicada y rector de la Universidad Complutense de Madrid
Carlos Berzosa encuentra en los últimos datos sobre el
crecimiento paralelo de la inflación y el paro en España una
semejanza cercana con lo que sucedió en los años setenta:
“La aparición de la inflación y el paro [los dos caballos de
batalla electorales de PP y PSOE] conjuntamente fue un
proceso que incomodó las explicaciones de los economistas;
como consecuencia de ello se acuñó el término de
estanflación para dar cuenta de que se daba una alta
inflación con el aumento progresivo del desempleo”, opina
Berzosa, para quien “lo que no se explicaba bien es por qué
sucedía esto a la vez”.
La situación deparó entonces un campo de batalla entre los
defensores del libre mercado que entendían que las
intervenciones del Estado para combatir el paro no sólo no
lo eliminaban, sino que contribuían a que se restableciera
en una “tasa natural”, dejando a su paso más inflación, y
quienes seguían creyendo en la intervención del Estado en la
vida económica del país.
Con el tiempo, especialmente en los ochenta, la inflación se
convirtió definitivamente en el enemigo a batir: llegaron
los elevados tipos de interés, la necesidad de reducir los
déficit públicos, el recorte de impuestos, la privatización
de empresas, la moderación salarial... Y se consiguió,
efectivamente, domarla, aunque a costa del empleo. Desde
entonces, las fases expansivas de la economía han propiciado
disminuciones de los índices de paro, pero el fantasma del
desempleo rebrota de nuevo: a los españoles no les preocupa
“la economía” en términos políticos y filosóficos, sino
seguir teniendo un trabajo y un salario que permita seguir
pagando la casa y el coche.
Según el PP, si Zapatero sigue cuatro años más en La Moncloa
llegará el momento en el que no podamos hacerlo. De acuerdo
con la versión del PSOE, enunciada en Ceuta por su candidato
al Congreso, José Antonio Carracao, no hay nada de todo eso:
los socialistas prometen reducir la temporalidad, reducir la
tasa de desempleo, seguir aumentando las prestaciones
sociales y reducir incluso algunos impuestos. Todo esto es,
dicen los socialistas, una fase de “desaceleración” nada
extraña en una economía que lleva legislaturas funcionando
por encima de la media europea.
Sin embargo, los datos dan alas a los más pesimistas: la
tasa de inflación de 2007 se situó a nivel nacional en el
4,2%, la más alta desde enero de 2006, según los datos
definitivos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Aún
peor, en enero el índice se elevó hasta el 4,4% [el nivel
más alto desde enero de 2007] según el dato adelantado por
el INE, que mide la evolución de los precios con idénticos
criterios para toda la zona euro.
Ceuta es, en lo que a este parámetro básico se refiere, una
excepción: el año pasado la ciudad autónoma fue la región
donde menos creció el IPC, un 3%, una cuarta parte menos que
en resto del país.
Desempledos
Los datos relacionados con el empleo tampoco han ayudado al
PSOE a encarar su campaña electoral: la oficina estadística
Eurostat ha señalado a España como el país de la Unión
Europea (UE) donde más creció el paro en 2007, ya que
durante los últimos doce meses pasó de una tasa del 8,2% a
otra del 8,6%, sólo superada’ por Eslovaquia.
Los indicadores nacionales no fueron mucho más halagüeños:
el número de parados aumentó en 135.700 personas durante el
último trimestre del año pasado y se situó en 1,9 millones,
mientras que la tasa de desempleo según la Encuesta de
Población Activa (EPA) subió casi seis décimas hasta el
8,60%. Entre octubre y diciembre se fueron al paro más
españoles que en el cómputo total de todo el año, que creció
en 117.000.
Paradójicamente, también Ceuta fue discordante en este
apartado con el resto del Estado: en la ciudad autónoma el
número de desempleados decreció dos décimas durante el
último trimestre de 2007, aunque su tasa de paro sigue
siendo de largo, junto con la de Melilla, la más alta de
todo el país.
En Ceuta el 28,99% de la población de 16 años y más que
quiere trabajar no lo consigue. En Melilla este porcentaje
crece hasta el 19,15% (la media estatal es del 11%), pero su
tasa de actividad, es decir, el número de personas en edad
de trabajar que quiere hacerlo sí supera el 40%. Ceuta sigue
siendo (39,22%, diez puntos por debajo de la media estatal)
la única región española donde no se supera ese listón, lo
que invita a pensar si es porque las cosas van muy bien o
porque no hay esperanza de que vayan a ir mejor.
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