A las 12 en punto de la noche,
hora española, entraba por la melillense frontera de “Beni
Anzar” entre una “bocinada” de automóviles que esperaban,
retenidos e impacientes, la vuelta a Marruecos. A mediodía
me entró el antojo y tras una mirada a la inconfundible mole
del “Yebel Zeitum” (accesible desde Zarka, en las vergeles
“huertas de Kittán”) me dije: “¡Hala, a dar un garbeo por
Melilla”. Y nada, tras un pis pas de siete horas
(intermitentes pero continuos bancales de niebla entre Bab
Berred y Targuist ralentizaron la marcha) y 450 kms. desde
Tetuán “ya soc aquí”, degustando una riquísima tarta de
almendra en la moderna cafetería “La Cascada” (en la
barriada El Real, cerca de la rambla de La Legión), después
de tapear como Dios manda en el tradicional bar “Cinema”
(que sigue como siempre, los buenos rockeros y los ricos
yantares nunca cambian), donde recalé con unos estupendos
amigotes después de darnos un paseíllo por la ciudad, bañada
por el sol tras la llovizna nocturna y disfrutando con una
primaveral temperatura de 23 grados. El sábado empezó bien,
con un café con churros en el “Playing” servido por una
encantadora camarera y luego, como ya les comenté, a patear
por el paseo marítimo. A mi derecha el espigón “Adolfo
Suárez” (la denominación es mía, piensen un poco y
encontrarán el por qué…), del industrial puerto marroquí de
Nador, parecía adentrarse en las españolas aguas melillenses
como una premonitoria amenaza… Me siguen, ¿verdad?.
Disfrutando de la brisa (Eolo soplaba desde poniente)
recapitulaba en el rápido viaje, con nada menos que 11
controles policiales y de la Gendarmería Real en ruta seis
de ellos en los últimos 150 kms. del recorrido, entre la
presa “Abdelkrím El Khatabi”, Kassita y Nador. Sean
pacientes, sigan y leerán por qué.
La geografía de Ceuta, entre dos mares y a caballo de dos
continentes tiene más fuerza paisajística pero, a nivel
humano, Melilla es más rica y acogedora. ¿Se imaginan en
Ceuta a una multitud de jovencitas musulmanas vestidas de
“faralaes” en la Feria o disfrazadas en Carnavales? No,
claro. Pues en Melilla la convivencia es más realidad que
propaganda, se respira un aire más libre y, sin duda, la
integración funciona mucho mejor. En Ceuta, ciudad más
cerrada y de talante más fundamentalista, unos y otros
deberían preguntarse las razones y por eso, uno que presume
de apertura y tolerancia se encuentra más a gusto entre la
sociedad melillense que -perdonad, amigos- en el conjunto de
la sociedad “caballa”, en general tan pegada fatuamente de
sí misma.
¡Ah, los controles de seguridad!. Claro, verán: paré en
Nador a estirar las piernas y tantear un poco el ambiente,
encontrándome la populosa ciudad policialmente “tomada”;
empecé a comprender tanto control en el camino. Oficialmente
las estrictas medidas de seguridad (se hablaba de un
refuerzo de al menos 200 agentes de paisano, husmeando, de
“cacería” humana desde el martes) se deberían a la huelga
del sector servicios, pero en fuentes habitualmente bien
informadas se comentaba un fallido atentado terrorista en un
“cybercafé” y, sobre todo, el reciente descubrimiento de un
importante alijo de armamento escondido parece ser en un
“container”. Sumen ustedes: dos más dos son cuatro, ¿no?.
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