El ceutí Abdelatif Hwidar dará
esta noche, consiga o no el Goya al mejor cortometraje de
ficción, la mejor imagen de Ceuta que puede ofrecer esta
ciudad multicultural al resto de España y del mundo. Educado
en árabe y en castellano, la carrera de Hwidar, actor,
guionista y director, ha cobrado este año un vuelo
inesperado por lo desconocida que era hasta ahora su
trayectoria. Acostumbrados a ser noticia al otro lado del
Estrecho por asuntos de lo menos agradables, lo de este
ceutí con su película de 14 minutos ‘Salvador (Historia de
un milagro cotidiano)’ es digno de encomio, y no sólo por
haberse llevado ya premios en Europa y Asia, sino también
porque incluso no recibiéndolos está llevando el nombre de
Ceuta con mucha mayor dignidad y mucho más lejos que otros
que gozan de mucha mayor atención y recompensas. Su obra es
una pieza deliciosa que propone una visión “sin juicios de
valor” sobre la masacre terrorista del 11 de marzo de 2004
en Madrid, despierta “grandes pasiones” en los espectadores
y “sensaciones contradictorias”. No es lo único particular
de este cineasta de 36 años cuyo ejemplo debería servir para
demostrar en la ciudad del fracaso escolar que la formación
es el camino para atajar el desempleo y tantos otros males
locales. Primero por haber sabido salir de su casa a
formarse. Después, por saber sacrificarse y, aún acumulando
estudios universitarios, trabajar desde hace unos años como
técnico de televisión, alternando la realización de
programas y documentales además de alguna que otra
intervención como actor. Después, porque como él mismo ha
explicado en diferentes entrevistas, no ha permitido que su
origen acabase siendo un lastre para él. Tal vez por ello
decidió que no podía renunciar a contar la historia que
tenía en la cabeza cuando le asaltó una duda de qué
pensarían de él, de origen musulmán, por hacer una película
sobre el 11-M. Independientemente de la indudable calidad de
su obra, su actitud es un ejemplo a difundir y a seguir por
muchos de esos jóvenes que dicen estar desmotivados en las
aulas. Su triunfo, se lleve o no estatuilla, es el de quien
no desfallece ante las adversidades.
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