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OPINIÓN - DOMINGO, 3 DE FEBRERO DE 2008

 
OPINIÓN / EDITORIAL

La mejor imagen de Ceuta, en los Goya

El ceutí Abdelatif Hwidar dará esta noche, consiga o no el Goya al mejor cortometraje de ficción, la mejor imagen de Ceuta que puede ofrecer esta ciudad multicultural al resto de España y del mundo. Educado en árabe y en castellano, la carrera de Hwidar, actor, guionista y director, ha cobrado este año un vuelo inesperado por lo desconocida que era hasta ahora su trayectoria. Acostumbrados a ser noticia al otro lado del Estrecho por asuntos de lo menos agradables, lo de este ceutí con su película de 14 minutos ‘Salvador (Historia de un milagro cotidiano)’ es digno de encomio, y no sólo por haberse llevado ya premios en Europa y Asia, sino también porque incluso no recibiéndolos está llevando el nombre de Ceuta con mucha mayor dignidad y mucho más lejos que otros que gozan de mucha mayor atención y recompensas. Su obra es una pieza deliciosa que propone una visión “sin juicios de valor” sobre la masacre terrorista del 11 de marzo de 2004 en Madrid, despierta “grandes pasiones” en los espectadores y “sensaciones contradictorias”. No es lo único particular de este cineasta de 36 años cuyo ejemplo debería servir para demostrar en la ciudad del fracaso escolar que la formación es el camino para atajar el desempleo y tantos otros males locales. Primero por haber sabido salir de su casa a formarse. Después, por saber sacrificarse y, aún acumulando estudios universitarios, trabajar desde hace unos años como técnico de televisión, alternando la realización de programas y documentales además de alguna que otra intervención como actor. Después, porque como él mismo ha explicado en diferentes entrevistas, no ha permitido que su origen acabase siendo un lastre para él. Tal vez por ello decidió que no podía renunciar a contar la historia que tenía en la cabeza cuando le asaltó una duda de qué pensarían de él, de origen musulmán, por hacer una película sobre el 11-M. Independientemente de la indudable calidad de su obra, su actitud es un ejemplo a difundir y a seguir por muchos de esos jóvenes que dicen estar desmotivados en las aulas. Su triunfo, se lleve o no estatuilla, es el de quien no desfallece ante las adversidades.
 

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