El diccionario de la Real Academia recoge una preciosa
palabra que se refiere a un sentimiento trágico: nostalgia.
Se trata de una dolencia del alma por la lejanía del lugar
de origen. Esa nostalgia, que en lengua gallega se llama
‘morriña’- está en los corazones de los más de 600 gallegos
residentes en Ceuta, que celebraron ayer su particular
‘Laconada’ en el salón-comedor del Club de Natación Caballa,
a más de mil kilómetros de su tierra natal.
La comilona reunió a unas 150 personas entre socios de la
Casa Regional de Galicia en Ceuta, familiares, amigos y
representantes de la vida pública. El menú constó de una
deliciosa empanada, caldo gallego, y lacón con grelos -hojas
tiernas y comestibles de los tallos del nabo- rematando con
la tradicional ‘queimada’ de orujo y la lectura del conjuro
mágico.
Sentarse a la mesa para comer los guisos de la tierra natal
es una forma de “vencer esa añoranza de Galicia”, comentó
Rogelio Martínez, ourensano de Cortegada -zona del vino
Ribeiro- que gestiona la presidencia del Centro Gallego en
Ceuta desde el pasado 14 de enero en una Asamblea donde se
eligió como presidente honorífico a Rafael Froján.
Apostado en la puerta del Caballa, Martínez recibió uno a
uno a todos los asistentes al ágape, por el que pasaron,
además de originarios de la cornisa noroccidental española
que tiene su residencia en la Ciudad Autónoma, varios
representantes de la vida política ceutí: el presidente de
Ceuta, Juan Jesús Vivas; el delegado del Gobierno, Jenaro
García-Arreciado; el comandante general, Enrique Vidal de
Loño; el consejero de Fomento, Juan Manuel Doncel, y el
consejero de Gobernación, José Antonio Rodríguez, entre
otros.
Pasado y presente
El Centro Gallego de Ceuta cumplirá dentro de pocas semanas
los 74 años edad, algunos menos que su fundador, Juan
Fariña, que a sus 84 primaveras aún recuerda lúcidamente los
balbuceos de esta asociación de norteños, “que empezó con
cuatro amigos en el año 34, pero que, tras su cierre
decretado por Franco, no empezó con fuerza hasta llegado el
año 60”, comentó Fariña, que nos habló de los primeros
ceutíes llegados al norte de África mientras degustaba los
últimos sorbos de la primera copa de ribeiro.
Los primeros ciudadanos originarios de Galicia llegaron a
Ceuta durante el colonato del Norte de Marruecos, seducidos,
como el resto de españoles, por los atractivos fiscales y
por la demanda de militares para engrosar el número de
efectivos del Ejército en el norte africano.
Pasados los años sesenta “pusimos cuatro duros cada uno de
los socios y nos fuimos a un local en Plazuela de Colón,
donde estábamos más tranquilos”, puesto que, en la primera
época del Centro Gallego de Ceuta, había policías vestidos
de paisano que “asistían a nuestras reuniones para escuchar
si se decía algo en contra del régimen”.
En la actualidad, la sede disfruta de una localización
envidiable, ya que queda anexa a un dorsal de las Murallas
Reales. Rogelio Martínez, el presidente del Centro Gallego
en Ceuta anima “a toda la ciudadanía a visitar esta casa,
que es de todos”.
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