No me es fácil escribir hoy esta
columna. Pero sería una doble falta, de lealtad y
profesionalidad, mirar para otro lado o dedicarme al siempre
rentable hábito de las zalamerías en busca de
injustificables canonjías. Para eso ya están otros y, si
para conocer a ciertos personajes nada hay mejor que
presentarlos en sociedad (se dan a conocer ellos solos),
para detectar plumas presuntamente honestas e independientes
basta leer entre líneas, con atención, el subliminal mensaje
las más de las veces debidamente engrasado y encubierto, a
ver si cuela. Allá cada uno con su dignidad.
No será porque desde esta columna no se haya advertido hasta
la saciedad; no. Si la avaricia rompe el saco, la cobardía
adobada con la estulticia es el mejor ingrediente para
caminar hacia el desastre. Ceuta, la ciudad querida, avanza
hoy día irremisiblemente sin rumbo hacia el despeñadero, con
un patrón cansado y dando síntomas de nerviosismo agarrotado
al timón de la nave e incapaz de retomar el rumbo. A veces y
con datos en la mano no sé ya, francamente, si los colores
rojo y gualda son los de la bandera de Ceuta o la ciudad
navega, a impulso propio, utilizando impunemente (hasta el
momento…) patente de corso al amparo de la bandera española.
¡Joder, qué tropa! y no me refiero a la militar. Los
lectores que me siguen ya saben que hago mías las palabras
de Spengler: “Al final, la civilización será salvada por un
puñado de soldados”.
Sobre Ceuta se cierne ahora mismo un frente ocluido que,
como es habitual, provoca al principio lluvias débiles con
nubosidad de tipo estratiforme para luego, con la llegada de
nubes de desarrollo vertical generadoras de tormentas,
desencadenar fuertes lluvias Y en Ceuta cuando el agua cae
con fuerza ya saben como se las gasta. A corto plazo dos
tipos de “frentes” convergen, a marchas forzadas, sobre una
Ceuta camino del marasmo económico con la mayor empresa de
la ciudad, el Ayuntamiento, al borde de la asfixia. Por un
lado y con el locuaz Sampietro estrechando relaciones con la
Fiscalía, es tan solo cuestión de tiempo que el rebufo de la
“Operación Malaya” salte el Estrecho desembarcando en este
entrañable trozo de tierra española en África; movimiento
que podría acelerarse en cuanto la prensa árabe (marroquí,
siria, iraní…) empiece a morder golosa, mediáticamente, de
esa manzana por la que un grupo (político y de intereses)
llegó al poder y con la que, en un viaje de ida y vuelta,
puede irse del mismo. Por otro lado asoma, oscuro y
peligroso, el frente “Tabligh” (seguido muy de cerca por la
misma prensa árabe y cadenas tanto internacionales, como Al
Yazzira y nacionales). Porque, ¿saben?, la presunta célula
de terroristas islamistas (todos “jais” del Tabligh)
detenida días pasados en Barcelona está relacionada a tres
bandas, como las tres hijas de Elena, con Ceuta, salpicando
internacionalmente la imagen, mal que le pese y lo escribo
con profundo dolor, del Presidente Juan Vivas Lara. Y no
será porque desde esta columna no se haya alertado, una y
otra vez, del peligro en ciernes. ¡Pero que si quieres
arroz, Catalina!. Y esa gentuza que ustedes ya conocen no se
va a ir de rositas, no, como suele decirse morirán matando y
tómense ustedes la expresión según les plazca. ¡Ah chof, jai!,
¿qué piensas Laarbi Maateis?
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