Estaba comentando a mi mujer que
nos hemos perdido sendas raciones de mejillones por no estar
en la XIX Mejilloná del Auditorio del Recinto Ferial de
Ceuta que da el tiro de salida a las fiestas carnavaleras,
por encontrarnos lejos.
En compensación, y pensando en el traslado del Mercado a la
Manzana del Revellín, hemos acudido a la fiesta que el
gremio de Carniceros-Tocineros-Charcuteros de Barcelona
celebra en las populares Ramblas, delante del típico y
famoso mercado de la Boquería.
Se trata de una fiesta muy popular en Barcelona y bien es
sabido que en ese tipo de fiestas se come mucho, se bebe
mucho y se habla mucho o no es fiesta popular. Y esta fiesta
popular está completada con más de 60.000 raciones de
butifarra de huevo de las que imagino que el tragón de turno
se lo querrá comer todo, su ración y la del vecino. Es muy
probable que ese vecino, el que se lo quiere tomar todo, sea
una persona muy enterada de este tipo de fiesta.
Si en Ceuta es la “Mejilloná”, en Catalunya es la “Botifarra
d’Ou” que en su día fue el avance de una reivindicación que
el General Franco, como toda gente peligrosa, prohibió: las
carnestolendas o carnaval, pero los tocineros catalanes de
siempre continuaron elaborando la butifarra de huevo.
Si bien al principio no era exactamente butifarra de huevo
lo que se servía cuando el Carnaval llamaba a nuestra
puerta, con el significado que toca aprovisionar en
condiciones el estómago para no pasar penurias en la
consiguiente Cuaresma, sino tortilla de patatas con
butifarra -normalmente este combinado alimenticio se celebra
en Catalunya el “Dijous Gras” (Jueves mantecoso) que también
se denomina “Dijous Llarder” (Jueves lardero) y que se
celebra en diferentes fechas, dependiendo de las comarcas
catalanas. Típicamente se sirve después como postre la “coca
de llardons”- resultando que, según cuenta la leyenda, el
origen de la tortilla se remonta a las Guerras Carlistas
cuando al general Zumalacárregui le dio por mezclar patatas
y huevo que dio lugar a un plato que fue bien acogido por
sus tropas y que posteriormente se hizo tan famoso que lo
conocen hasta los maoríes esos de Nueva Zelanda. La
butifarra de huevo no pasa de Cataluña, supongo.
Luego del yantar de la rica y típica butifarra de huevo, y
guiados por la marea humana, nos encontramos en el Mercado
de San Antonio, también de Barcelona, donde nos enteramos
que sigue vigente el “Dijous Gras” y de lo que siempre se
consume por éstas fechas: más tortillas y más butifarras de
huevo… pero será el día 31 y, lamentablemente, en esa fecha
estaremos de nuevo lejos del simpático mercado.
Escribiendo del mercado de San Antonio (Mercat de Sant
Antoni) mientras saboreo un exquisito trozo de butifarra de
huevo, me viene a la mente mis frecuentes visitas al mismo
durante las mañanas de los domingos. El tradicional mercado
de abastos se transforma en un mercado del libro; de los
coleccionistas de todo tipo de colecciones; de los cambistas
de tebeos y novelas; de… en resumen de todo aquello que
normalmente hoy en día pasó a la historia.
Luego, en la ya mencionada tertulia, me entero de que un
conocido mío, de los primeros tiempos de mi llegada a éstas
tierras catalanas, ha fallecido recientemente. Era un hombre
con el que compartía estancias en el golfo de Sant Jordi,
allá por L’ Ampolla del Delta del Ebro, era compañero del
camping del mismo nombre y disfrutábamos de jornadas enteras
de mar y conversaciones. Otro amigo que se larga y otra
familia que, como yo, siente la pérdida.
Estando así, acudo a la tertulia ahíto de butifarras de
huevo, no era de esperar que el tabernero me ofreciera más
de lo mismo. Lo mando a tomar por saco y me enfrasco en las
noticias que el diario ofrece, mientras mis compañeros
saborean el fuerte café y comentan teorías sobre el próximo
partido del Barça. No tarda ni dos minutos en aparecer
nuestro amigo el funcionario municipal que se encarga de las
multas. Después de saludarme como corresponde, me felicita
porque hasta ahora ninguno de mis coches han sido multados.
No le digo nada de que ambos están en Ceuta desde hace meses
y difícilmente podrían multarlos aquí.
Regreso a casa y mi mujer me dice que tenemos para cenar
butifarra pero no de huevo… ¡joer! ¡estoy harto de
butifarras! Y por no hacer una “butifarra”, apechugo.
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