Sólo restan cuatro días para que
comiencen a sonar coplas y a conocerse las cuartetas
críticas e indomables de las agrupaciones carnavaleras de
Ceuta. Precisamente la ‘Mejilloná’ de ayer, que cumplió su
décimo novena edición, fue el preludio de una fiesta de la
que ya comienza a sentirse en la ciudad.
Volverá a acoger la máxima expresión de la libertad, las
tablas del Siete Colinas y el arte volverá a derramarse con
ritmos y esencias gaditanas en estas tierras ceutíes de tan
enlazadas tradiciones, hermanadas por la justicia de la
historia y donde las agrupaciones [que merecen pleno
reconocimiento por el trabajo altruista de mantener las
sensaciones que siempre existieron en Ceuta] buscan ser voz
de voces, pensamiento de pensamientos y críticos de
críticos.
La actualidad vivida en el último años, en los últimos
meses, en las últimas semanas tendrán cabida en las
numerosas coplas que quedan por oir y por escuhar. En
cualquier caso es la voz de un pueblo llano que expresa con
el espíritu de carnaval lo que le piden las entrañas.
Adelante, siempre adelante. La ironía fina, la crítica sagaz
siempre fue bien vista en carnaval.
En cualquier caso son días de bromas y de pasarlo bien con
buen humor. Y todo, desde el conocimiento maduro,
democrático y de respeto para saber dónde están los límites
entre lo políticamente incorrecto o lo transgresor [que sí
se permite con gracia y salero] y lo soez o la ‘mala follá’
[que lo impide el buen gusto].
Sin embargo es tiempo de carnaval, algo que se vive no sólo
sobre la tablas de un escenario, sino que su esencia debe
impregnar cada rincón de Ceuta porque la participación
ciudadana es la que marca, sin duda, el poder de la
continunidad de tradiciones señeras e intrínsecamente
nuestras, de toda la vida, que debe preservarse, protegerse,
incentivarse y desarrollarse. Es el Carnaval de Ceuta. Se
podrá parecer a otros, pero este es el nuestro y como tal lo
defendemos.
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