Es persona que une a su cultura
mamada la adquirida con sus estudios y su pasión por la
lectura. Todavía, a pesar de sus años, siente gran apetencia
de conocimientos y por eso dedica cada día un tiempo a
informarse lo mejor posible. Su cuenta corriente es saneada
y se puede permitir el lujo de hacerle una higa, llegado el
caso, a quienes gobiernan la ciudad.
Es sábado y nos encontramos a la altura de la “Boutique de
la Prensa”, en la avenida de Sánchez-Prados, y nos
ponemos a charlar. Lo primero que hace es provocarme con el
asunto de Casillas. Y es que le gusta oírme... En
realidad, nos profesamos simpatía y ambos nos concedimos
hace mucho tiempo la libertad de hablarnos sin tapujos. Sale
a relucir, como no podía ser menos, el problema de la
Manzana del Revellín. Una obra en la cual unos pocos han
querido centrar el interés de todos los ceutíes, dice él.
Deslizo mi pregunta como quien no quiere la cosa:
-¿Quieres decirme que tú no estás a favor de quienes han
puesto el grito en el cielo porque el Mercado de Abastos sea
trasladado a la dichosa manzana?
-No. Y te diré más: yo considero que los listos de turno se
han montado una farsa y serán secundados por quienes se
apuntan a las protestas por sistema, con la mejor voluntad,
y, cómo no, por los cursis de siempre.
Pues andan diciéndoles a los ciudadanos que se van a mezclar
violines con lechugas...
-Aróstegui y compañía se distinguen ahora por ser muy
graciosos. Son los mismos que dijeron impropios de Manolo
Peláez cuando éste declaró que estaba dispuesto a cerrar
el Mercado de Abastos por su falta de higiene.
Tienes tanta razón como bien andas de memoria. De modo que
te acordarás de cómo le recordaron a Peláez esa frase que
estaba tan de moda en aquellos años: el barco sale a las
ocho... Cuando lo que tocaba era indignarse contra quienes
habían permitido que el mercado estuviera en un estado
lamentable.
-Claro... Y hasta podríamos hablar de esta avenida, cuando
se llamaba Gran Vía, y contando con una calle trazada y
urbanizada, se había convertido en una especie de muladar.
Y, a pesar de que el Ayuntamiento contaba con un presupuesto
de más de dos mil millones, para una población de 65.000
habitantes, imperaba el silencio entre algunos de los que
ahora incitan a la rebelión contra Juan Vivas por la idea
del mercado.
¿Qué harías tú de estar en la situación del Presidente de la
Ciudad?
-Lo que él está haciendo: solicitar informes jurídicos y
técnicos y decidir lo mejor para la ciudad en todos los
aspectos. Y, cuanto antes, empezaría a informar a los
ciudadanos de los resultados obtenidos. A fin de combatir la
recogida de firmas iniciada tras leerse un manifiesto
amparado por los intereses de cuatro o cinco personas harto
conocidas.
¿Crees que el ruido que puedan hacer esos pocos hará que a
Juan Vivas le tiemble el pulso?
-Espero que no. Más bien creo que no. Hasta ahí podríamos
llegar. Juan Vivas necesita hacer esa gran obra que tiene en
mente y que será motivo de orgullo para los ceutíes. Y no se
arredrará. Y tampoco veremos violines mezclados con
lechugas. Ya está bien de aguantar tonterías, mentecateces y
gilipolladas.
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