Que durante un cierto periodo la Comandancia General de
Ceuta atravesó momentos de un desahogo extraordinario donde
algunos de los funcionarios militares compaginaban deberes
profesionales ‘con los personales’, por la información
privilegiada a la que tenían acceso, es una realidad
conocida que ha ido atajándose a lo militar. Es decir, con
sucesivos y paulatinos destinos fuera de Ceuta de cuantos
formaban parte de una trama [nunca reconocida aunque
conocida]. De ahí habría partido la última gran ‘movida’ de
la COMGE con la interesada filtración del espionaje a
civiles. Culminación resultante a modo de venganza de
alguien que fue ‘eliminado’ por saber demasiado de ciertas
andanzas en el ámbito de algún negociado relacionado con
solares y edificaciones militares.
Hoarce es solo una víctima del modo de hacer de la, a veces,
opaca administración militar.
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