El domingo por la noche me llenaba
de alegría cuando veía en uno de los canales de televisión
el gol del Valladolid que se había marcado a los siete
segundos de comenzar el encuentro. Era el record absoluto de
ser el más madrugador en marcar un equipo un gol, a lo largo
de la historia de la liga española. Yo me alegraba porque
ese gol lo había marcado el equipo de la capital de mi
comunidad autonómica.
No me alegró tanto otro record, que se dio en la Ciudad
Autónoma en la que vivo desde hace muchos años, record que
había marcado un pleno del “Ayuntamiento” hace un par de
días, por su escasa duración.
Me dicen que escasamente se puede hablar de minutos, 1
minuto y 40 segundos dicen los escrupulosos. Para algunos,
posiblemente, fuera una hora o más, pero ahí está el record
difícil de igualar e imposible de superar, salvo que no haya
tal pleno, tanto en un ayuntamiento como en cualquiera de
las comunidades autónomas.
Que llegue un gol tan pronto significa que se ha trabajado y
estudiado, en serio, lo que es el equipo propio y lo que es
el adversario, además de que haya habido suerte.
Que un pleno dure tan poco es que o los “deberes” se han
hecho muy bien, que no hace falta exponer nada, o que el
rodillo no da pie a los demás, o que por aquello de estar en
época preelectoral hay que atender a otros menesteres y se
han aparcado las necesidades del día a día por unas semanas.
Un equipo de fútbol modesto, de la primera división,
necesita aquilatar todo para no verse avocado al descenso,
cuando llegue el final de temporada.
Una entidad política que es dirigida por un grupo
determinado, gracias a los votos de los que han mostrado su
confianza, no puede dejarse ni un instante dando la imagen
de “estamos de vacaciones”.
Un gol temprano sirvió para lograr unos puntos que le alejan
al Valladolid de esos puestos que provocan dolor de estómago
a sus dirigentes y a los aficionados de siempre.
Una jornada en blanco en la marcha de una ciudad, cada día
más próspera y bonita, como está sucediendo con Ceuta, dará
pie a que, en los momentos más duros, que los habrá, a lo
largo de la legislatura, sea recordada por la negligencia,
de quien corresponda, cuando más falta hace demostrar que el
trabajo es lo que ha movido a los votantes ceutíes a apoyar
una candidatura con la solvencia, el trabajo y la seriedad
de Juan Vivas.
Cuando marcó el tanto, tan madrugador, el equipo pucelano,
todos los medios de comunicación empezaron a “tirar” de
historia para ver en cuantos segundos había superado ese gol
al que anteriormente había sido el más madrugador.
Cuando terminó el último pleno, breve donde los haya, desde
casa, como desde fuera, se hacían todas las cábalas de por
qué se había ido con las manos en blanco, cuando hacen
falta, siempre, muchas cosas para seguir superando los retos
que se han logrado.
Un entrenador es el punto de mira cuando las cosas van mal y
también es valorado si su equipo logra los objetivos
marcados.
Un alcalde o un presidente de Comunidad Autónoma, adquiere
nombre, cuando las cosas van muy bien, y aquí han ido bien
desde hace tiempo, pero en circunstancias adversas, incluso
desde la propia casa, puede que haya quien quiera llegar un
poco más arriba, con trabajos regulares o con negligencias
no corregidas.
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