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OPINIÓN - SÁBADO, 26 DE ENERO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Tomás de Aquino, el santo universitario
 


José Luis Navazo
yebala06
@yahoo.es
 

Ayer la Universidad española (con criterio sumamente respetable, pero a estas alturas abiertamente confesional y disonante con el espíritu de la Constitución) festejó a su santo patrón, el dominico italiano Tomás de Aquino (1224-1274), de noble cuna e hijo espiritual del español Santo Domingo de Guzmán, cuya Orden -los Dominicos, popularmente conocida como “Los Canes del Señor”- recibió de manos de los Papas la dirección de la tenebrosa Inquisición. Tomás de Aquino, quien fuera canonizado en 1323, escribió oportunamente: “los honores que rendimos a los santos son una cierta profesión de fe por la cual creemos en su gloria y se ha de creer piadosamente que incluso en ese punto el juicio de la Iglesia no es capaz de errar”. Naturalmente. Pese a sus pocos milagros en vida algunos entusiasmados hagiógrafos arguyeron que su obra intelectual era, por sí sola, milagrosa por el derroche de sabiduría que destilaba, siendo precisamente la prueba definitiva para la santificación (como recuerda el profesor M. Goodich) su trayectoria académica, “la historia de un combate intelectual contra judíos, cismáticos y herejes” (citado por L. Woodward en “La fabricación de los santos”, obra publicada en España en 1991). Una “carrera” poco asumible y acorde con los criterios de hoy día…

El siglo XIII fue en la Europa cristiana el de las grandes construcciones teológicas, a cargo de una triada de doctores escolásticos (San Alberto Magno y San Buenaventura) entre los que se encontraba nuestro hombre, por mérito propio uno de los principales filósofos y teólogos del Cristianismo. Su sistema tomista (Abbagnano, “Hª de la Filosofía, Vol. I) “se basa en la determinación rigurosa de la relación entre la razón y la revelación”, construyendo “una magnífica síntesis” (explica Salvador Giner) “entre Aristóteles (cuya obra tradujo del griego, logrando que la Universidad de París levantara la prohibición de su lectura) y la visión cristiana del mundo y de los hombres”. Son clásicas sus Cinco Vías (magistralmente comentadas el siglo pasado por el teólogo Hans Kung en “¿Existe Dios?”, obra traducida al español en 1979) para probar la existencia divina. Para Santo Tomás tres son los dogmas fundamentales de la religión cristiana (Creación, Trinidad y Encarnación), refutando por el contrario la concepción religiosa de María (que el papa Pío IX convertiría tardíamente en uno de los dogmas del catolicismo el 8 de diciembre de 1854), aunque no llegó a tanto en sus sesudas argumentaciones como el obispo magrebí de Hipona, San Agustín, quien defendió que la Virgen María habría concebido a Jesús por una de sus castas orejas… ¿No me creen?. Pregunten, pregunten a los Agustinos, que en Ceuta los tienen muy cerca…

No parece en todo caso que figuras como la de Tomás de Aquino, pese a su indudable altura intelectual, sean hoy el referente de una Universidad democrática, abierta, tolerante y plural, acorde con los tiempos de la sociedad actual. ¿O acaso España sigue siendo la vanguardia de la Santa Sede, un país confesionalmente católico a machamartillo?. Por otro lado a la juventud hay que educarla, pero no domesticarla; instruirla y no dogmatizarla, porque como ya advertía hace casi dos mil quinientos años el filósofo chino Confucio “Aprender sin pensar es inútil, pero pensar sin aprender, peligroso”.
 

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