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OPINIÓN - SÁBADO, 26 DE ENERO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los jóvenes periodistas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

A mí me agrada sobremanera que los jóvenes periodistas toquen todos los géneros. Y muchas veces, cuando yo me pasaba horas y horas en la redacción, tratando de aprender el oficio a base de trabajar duramente, les animaba a que opinasen. Confieso que, de vez en cuando, todavía lo hago.

Yo suelo tener la buena costumbre de leer todas las opiniones que se publican en esta tierra. Tanto las de los diletantes como las de los profesionales. Y, desde luego, me encanta empaparme de lo que opinan esos nuevos valores que tratan de abrirse camino en una actividad compleja, mal remunerada, y donde los hay que han nacido ya con la mala baba que la profesión exige.

Pero para hacer una columna no basta con escribirla decorosamente y administrarle una ración grande de mala leche, no. Hay, por encima de todo, que afrontarla como un juego. Porque entonces las ideas no saldrán atropelladas y uno no dirá nada de lo que luego tenga que arrepentirse.

Yo entiendo que haya jóvenes periodistas que estén dispuestos a airear que “Juan Vivas ha enterrado la democracia bajo una tumba de sonrisas, caras amables y apretones de mano”. Están en su derecho a decir lo que piensan. Y comprendo que les hierva la sangre al comprobar que la derecha que ellos conocieron de niños, cuando Manolo de la Rubia, Antonio Bernal y Carlos Guerrero, entre otros, daban muestras diarias de un talante democrático nunca visto y que tanto echan de menos en estos momentos. Me parece estupendo que añoren aquellos años. Por más que debieran saber ya que tiempos pasados nunca fueron mejores.

Lo que me parece de mucho atrevimiento, sin ninguna duda, es hablar del pasado sin conocimiento o ateniéndose nada más que a los hechos y comportamientos que ellos desean catalogar como verdades. Y es ahí, precisamente, donde yerra, entre los periodistas jóvenes opinantes, el que desea demostrarnos a toda costa que Juan Vivas es un pequeño dictador...

Leonardo Campoamor conoce la historia política de su pueblo en una sola dirección. La que ha oído en su casa y la que le han venido contando los conocidos de su familia. Y hasta el momento, según deduzco de sus opiniones, no ha querido nutrirse de otras fuentes que le permitan saber más sobre cuestiones de un pasado que parecen amargarle la existencia. Lo cual no deja de ser un problema para quien cuenta con una formación estupenda y aptitudes sobradas para destacar en el periodismo. Se lo digo a modo de consejo, aunque bien sé, dada mi experiencia, que los jóvenes suelen creer que a los de mi edad es conveniente no prestarnos la menor atención. Y a lo mejor llevan razón: pues solemos, salvo raras excepciones, no pasarnos cuando nos da por jugar a las siete y media. Y exhalamos, claro es, olor a conservadurismo trasnochado.

De cualquier manera, aunque LC esté en su derecho de hacerlo, la osadía de éste llega hasta el extremo de tratar de denigrar a Juan Vivas mediante la comparación con alcaldes a los que, a pesar de los pesares, les califica de más cabales, más responsables y más transparentes que el actual. Y, claro, le ha salido un sarcasmo que bizquea. El desconocimiento del pasado y el pésimo gusto, unidos, descalifican a cualquiera. Espero, joven periodista, no tener que sacarte de tu error. No es mi deseo.
 

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