Será casual – por lo tanto, lejos
de mí pensar que haya sido como consecuencia de mis
opiniones sobre ella-. Pero fue dedicarle dos columnas a
Yolanda Bel y comenzar contra la portavoz del Gobierno
una persecución que hasta ahora no había sufrido.
Tengo la impresión de que cayó muy mal el que yo dijera que
Yolanda Bel es una mujer moderna con cualidades suficientes
para conseguir grandes logros. Y, sobre todo, mi olfatear,
por instinto, me hace pensar que los hay que no han sabido
digerir que la consejera de Medio Ambiente y Servicios
Urbanos, pueda ser motivo de deseo.
Y mucho me temo que la envidia sea la causante de que, a
partir de ahora, haga lo haga y diga lo que diga la portavoz
popular, arremeterán contra ella para hacerle todo el daño
posible. Y es que YB está ocupando un pedestal comprometido
de la vida pública: un atril desde el cual ha de defender
las decisiones tomadas por el Gobierno contra viento y
marea.
Una especie de potro de tortura cuyo titular debe tener,
como condición indispensable, tripas por estrenar. Locución
que traduzco por ser conocida, mayormente, en tierras
cordobesas: “persona que es reservada y callada, pero de la
que se sospecha que oculta malas intenciones o se espera de
ella alguna mala faena”. Es decir, “que no vale ni picada
para albóndigas”. Un papel de mala que jamás podrá
desempeñar, por mucho que se lo proponga y las
circunstancias la obliguen, la portavoz actual.
Una portavoz cuya elección fue hecha, no me cabe la menor
duda, con el único fin de situar una cara amable y atractiva
en sitio donde conviene, de entrada, seducir a quienes
esperan el mensaje para airearlo inmediatamente. Porque a mí
me consta que ha habido y hay periodistas muy interesados en
cubrir los actos de YB con el mejor de los propósitos: poder
mirarla descaradamente y recrearse en su figura.
Mas lo que en principio no parecía mala idea puede terminar
como el rosario de la aurora. Y lo peor de todo es que el
ejercicio de la portavocía está desgastando con más prisas
que pausas la carrera política de una mujer que se encuentra
dando la cara en los peores momentos del Gobierno presidido
por Juan Vivas.
El ataque de Inmaculada Ramírez contra la portavoz
del Gobierno ha sido de una contundencia verbal inesperada,
porque nunca antes había mostrado tanta iracundia haciendo
oposición y tanta falta de respeto. Ha pasado la portavoz de
los socialistas, en un santiamén, de parecer pacata a ser
tenida como una voz tonante, desabrida y capaz de insultar
como si fuera una verdulera (perdónenme las verduleras que
haga uso de este socorrido tópico). Aunque mucho me temo que
a partir de ahora estará expuesta a todos los vientos. Como
la desamparada flor del vilano.
A lo que iba, que la designación de Yolanda Bel como
portavoz del Gobierno no está dando los resultados
apetecidos. Aunque la idea estuviera repleta de buenas
intenciones. La verdad es que yo me he mostrado siempre
contrario a esa decisión. Y así se lo he manifestado a ella
en varias ocasiones. Tampoco estoy de acuerdo con quienes
opinan que está situada en ese sitio para que acabe como una
pavesa. Mientras tanto, a mí se me viene a la memoria el
nombre de alguien que cuenta con actitud y malaúva
suficientes para ser portavoz respetado y temido. A ver si
lo aciertan...
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