Tantos años, tanta tinta y tantos
lodos después, la Manzana del Revellín sigue recibiendo
mordiscos de personajes de todo pelaje: políticos,
mediáticos, sociales, empresariales... Con el inicio del año
y el debate organizado alrededor del traslado o no del
Mercado Central de Abastos a la singular obra de Siza el
personal se ha apuntado a pelar la Manzana por un lado y por
otro en función de sus intereses puntuales y personales. La
Manzana del Revellín parece servir para todo, curiosamente a
quienes menos les afecta el asunto, porque ya es paradójico
que quienes más se están jugando en este tema, (los
concesionarios del Mercado, el prestigioso arquitecto
portugués Álvaro Siza...) son precisamente quienes se han
movido con más juicio hasta ahora. De su boca no ha salido
hasta la fecha ninguna filtración interesada como las que
han trufado portadas últimamente con la única intención de
permanecer bien agarrados al machito del poder. Es bien
sabido que la época de listas es la que genera mayores
tensiones internas en los partidos políticos. Que quien más
y quien menos trata de demostrar entonces que, por
disparatadas que parezcan sus decisiones, el simple hecho de
sacarlas adelante aún con la oposición de quienes les rodean
pone de manifiesto quién es patrón y quién es capitán tras
unas siglas.
El problema surge cuando, en esa tarea, uno no sólo se lleva
por delante parte de la credibilidad y la imagen de la
formación política a la que pertenece, sino que no duda en
jugar con los intereses generales de toda una ciudad
dinamitando el análisis de estudios preparados con
dedicación, detalle (y mucho dinero público). El ejercicio
de la responsabilidad pública exige que en todas las
ocasiones, quien la ejerza, se comporte respetuosamente no
sólo hacia sus compañeros de trabajo, sino también hacia los
ciudadanos.
Y a los ciudadanos, cuando se les despieza la información en
beneficio propio, se les cuenta al mismo tiempo una media
verdad y una media mentira. Lo peor de todo es que el que
tendría que actuar, desde dentro para frenarlo, mire hacia
otro lado, o ¿quizá es que no puede?.
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