No podemos abstraernos de lo que todo un prestigioso
arquitecto, de reconocida trayectoria internacional, como
Álvaro Siza, ha opinado de una de sus más destacadas obras
que quedará, para la eternidad, afincada en Ceuta, para
prestigio de la ciudad y de los ceutíes. Hablamos del
complejo cultural ubicado en la manzana del Revellín.
El portugués ha reconocido textualmente que: “En el centro
de la ciudad la actividad comercial y cultural siempre es
intensa. Salvo cuando la ciudad empieza a degradarse y a ser
desocupada. Una de las razones de la belleza y de porqué es
bueno vivir en la ciudad son estas actividades distintas,
que se cruzan y que son complementarias. La actividad
comercial, cultural, escuelas, residencias, oficinas, es lo
que hace que a tantos nos interese vivir en la ciudad. Este
hervidero de actividades distintas y complementarias es
exactamente la razón por la que nos gusta vivir en la
ciudad, sin importarnos tanto el donde”.
El genial arquitecto habla de los espacios urbanos por su
referente social pero, en una entrevista exclusiva en este
medio reconoció lo siguiente: ”Hay determinados programas
que son recomendables para la vida de una ciudad. Por
ejemplo ésta [en referencia al Revellín] es la principal
calle comercial en Ceuta. Pero esa flexibilidad se logra con
la forma de articular los espacios, los accesos, los
sistemas de comunicación vertical, cuando hay varios pisos,
es decir, preparar los proyectos para que se adapten a
cambios futuros. Por ejemplo, un convento, que es una
construcción antigua, en muchos países ha sido igualmente
utilizado como palacio de gobierno, biblioteca, escuela,
construcción militar… Y siempre se ha mantenido la
consistencia de esos maravillosos proyectos. Cuando me
expusieron el problema de hacer el mercado, la primera cosa
que yo pedí fue una consultoría para conocer las exigencias
del programa de un mercado moderno y ver si realmente el
edificio podía adaptarse sin grandes cambios, ya que los
accesos y núcleos verticales articulan varias partes del
programa actual. Entonces se encargó una consultoría sobre
cómo organizar el programa y las necesidades desde el punto
de vista de su regulación. Del estudio que ya hicimos
anteriormente resulta que es absolutamente posible incluir
ese programa del mercado, que es una actividad comercial en
el fondo, pero que tiene un interés de uso para la ciudad y
de uso general para los ciudadanos. Y una vez que tengo las
garantías de que se adapta desde el punto de vista de los
espacios y articulaciones de la construcción ejecutada,
ahora voy a desarrollar el proyecto”. Queda claro pues que
Alvaro Siza no sólo da su visto bueno, por ser
complementarias las actividades que se centrarán en el
complejo, sino que es el propio arquitecto el que desarrolla
el proyecto como propio.
Pero además reconoce categóricamente que “si hay edificio
bello en la ciudad a través de la historia, punto de
encuentro y de diálogo de los ciudadanos es el mercado. De
acuerdo a distintos conceptos y en muchos países, el proceso
de modernización del mercado pasa por la opción de ser más
protegido, cubierto y debidamente ventilado, acercándose,
por ejemplo, a otros programas como de supermercados. Lo que
supone una introducción de confort e higiene. Tiene sus
condicionamientos y si uno se concentra en esos
condicionamientos, en principio, encuentra solución. En
cuanto a la calidad, respecto a los mercados tradicionales,
realmente es un programa tan sugestivo y que puede dar tanta
calidad urbana y estética, que esos mercados cuando se
quedan desocupados, son preservados y forman parte del
patrimonio. Y esto quiere decir que es un programa que a
través de la historia ha permitido una gran calidad.
Recuerdo que cuando viajaba con mi padre, y viajamos
bastante en los años 40 principios de 50, en vacaciones a
España, mi padre la primera cosa que me llevaba a ver en
cada ciudad era el mercado. A él le agradaba mucho sentir y
conocer en distintas ciudades esa vida intensa que sucedía
en el centro y mucho en el mercado. Y también la
arquitectura que veíamos. Probablemente yo heredé ese gusto
por los mercados”.
Recordado estos pasajes interesantes del pensamiento del
propio autor, poco puede decirse más.
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