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ACTUALIDAD - JUEVES, 24 DE ENERO DE 2008


alvaro siza. archivo.

Manzana del revellín
 

Alvaro Siza cree en el mercado

El genial arquitecto portugués reconoce que esa instalación, además de compatible con su complejo, “es un punto de encuentro, de diálogo, de relaciones entre los ciudadanos”
 

CEUTA
Antonio Gómez

local
@elpueblodeceuta.com

No podemos abstraernos de lo que todo un prestigioso arquitecto, de reconocida trayectoria internacional, como Álvaro Siza, ha opinado de una de sus más destacadas obras que quedará, para la eternidad, afincada en Ceuta, para prestigio de la ciudad y de los ceutíes. Hablamos del complejo cultural ubicado en la manzana del Revellín.

El portugués ha reconocido textualmente que: “En el centro de la ciudad la actividad comercial y cultural siempre es intensa. Salvo cuando la ciudad empieza a degradarse y a ser desocupada. Una de las razones de la belleza y de porqué es bueno vivir en la ciudad son estas actividades distintas, que se cruzan y que son complementarias. La actividad comercial, cultural, escuelas, residencias, oficinas, es lo que hace que a tantos nos interese vivir en la ciudad. Este hervidero de actividades distintas y complementarias es exactamente la razón por la que nos gusta vivir en la ciudad, sin importarnos tanto el donde”.

El genial arquitecto habla de los espacios urbanos por su referente social pero, en una entrevista exclusiva en este medio reconoció lo siguiente: ”Hay determinados programas que son recomendables para la vida de una ciudad. Por ejemplo ésta [en referencia al Revellín] es la principal calle comercial en Ceuta. Pero esa flexibilidad se logra con la forma de articular los espacios, los accesos, los sistemas de comunicación vertical, cuando hay varios pisos, es decir, preparar los proyectos para que se adapten a cambios futuros. Por ejemplo, un convento, que es una construcción antigua, en muchos países ha sido igualmente utilizado como palacio de gobierno, biblioteca, escuela, construcción militar… Y siempre se ha mantenido la consistencia de esos maravillosos proyectos. Cuando me expusieron el problema de hacer el mercado, la primera cosa que yo pedí fue una consultoría para conocer las exigencias del programa de un mercado moderno y ver si realmente el edificio podía adaptarse sin grandes cambios, ya que los accesos y núcleos verticales articulan varias partes del programa actual. Entonces se encargó una consultoría sobre cómo organizar el programa y las necesidades desde el punto de vista de su regulación. Del estudio que ya hicimos anteriormente resulta que es absolutamente posible incluir ese programa del mercado, que es una actividad comercial en el fondo, pero que tiene un interés de uso para la ciudad y de uso general para los ciudadanos. Y una vez que tengo las garantías de que se adapta desde el punto de vista de los espacios y articulaciones de la construcción ejecutada, ahora voy a desarrollar el proyecto”. Queda claro pues que Alvaro Siza no sólo da su visto bueno, por ser complementarias las actividades que se centrarán en el complejo, sino que es el propio arquitecto el que desarrolla el proyecto como propio.

Pero además reconoce categóricamente que “si hay edificio bello en la ciudad a través de la historia, punto de encuentro y de diálogo de los ciudadanos es el mercado. De acuerdo a distintos conceptos y en muchos países, el proceso de modernización del mercado pasa por la opción de ser más protegido, cubierto y debidamente ventilado, acercándose, por ejemplo, a otros programas como de supermercados. Lo que supone una introducción de confort e higiene. Tiene sus condicionamientos y si uno se concentra en esos condicionamientos, en principio, encuentra solución. En cuanto a la calidad, respecto a los mercados tradicionales, realmente es un programa tan sugestivo y que puede dar tanta calidad urbana y estética, que esos mercados cuando se quedan desocupados, son preservados y forman parte del patrimonio. Y esto quiere decir que es un programa que a través de la historia ha permitido una gran calidad. Recuerdo que cuando viajaba con mi padre, y viajamos bastante en los años 40 principios de 50, en vacaciones a España, mi padre la primera cosa que me llevaba a ver en cada ciudad era el mercado. A él le agradaba mucho sentir y conocer en distintas ciudades esa vida intensa que sucedía en el centro y mucho en el mercado. Y también la arquitectura que veíamos. Probablemente yo heredé ese gusto por los mercados”.

Recordado estos pasajes interesantes del pensamiento del propio autor, poco puede decirse más.
 


El mismo ‘looby’ del ‘No a Continente’ aparece de nuevo

Rafael Moneo, Rem Koolhaas –ilustres colegas con los que Siza comparte el honor de un premio Pritzker– o Santiago Calatrava son solo algunos de los muchos arquitectos que han conjugado en sus edificios cultura y comercio.

En Ceuta esta unión puede ser igualmente posible. Es claro que la actividad cultural no se mezclará con la comercial. O lo que es lo mismo el mercado no estará al lado del teatro como se apunta desde la demagogia interesada [los mismos que emplearon el ‘No a Continente’ usando y utilizando la infantería pesada -engañada- para favorecer a unos pocos ¿recuerdan?]. No es cierto que sea incompatible la instalación. El mensaje que envían es sesgado y dirigido. Es el looby en plena acción que vuelve a usar a los mismos.
 

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