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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 23 DE ENERO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

El Imparcial
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando murió Vicente Zabala Portolés, escritor y crítico taurino de renombre, a mí me dio por escribir de él. Pues como aficionado a los toros me había convertido en un lector asiduo de sus crónicas en ABC. Nunca pensé que aquella nota, publicada en Ceuta, pudiera caer en las manos de su director. Por consiguiente, cuando abrí el buzón de correo y descubrí una carta con membrete de Prensa española y cuyo contenido pertenecía a Luis María Anson, sentí la felicidad momentánea de quien jamás esperaba recibir semejante misiva.

Por aquellas fechas, diciembre de 1995, que es cuando se produjo el fallecimiento de Zabala mientras volaba a la Feria de Cali, yo ya había leído “Don Juan”: la monumental obra de Anson. Así como muchas de sus “tercera” en el periódico monárquico. Y mi admiración por él periodista y escritor se había gestado mucho antes de verme gratificado por el detalle que había tenido conmigo.

Leyendo “Don Juan”, una obra que desvela algunos de los secretos mejor guardados de una época que va desde el reinado de Alfonso XIII hasta la consolidación de la Monarquía democrática con el Rey Juan Carlos, comprendí que Luis María Anson había querido siempre una monarquía española, liberal, democrática y parlamentaria, incluso popular. Y, desde luego, estaba sin tapujos contra Franco.

He aquí lo que dice del Caudillo en el libro: “Franco al mirarse en el espejo se ve como un Quijote alto, erguido, caballeroso, idealista y magnífico. Es un pobre Sancho Panza, pegado a la realidad, mediocre en defensa de su supervivencia. Los sueños imperiales reposan ya en los trasteros de la Historia.

Pues bien, con su carta en mi poder, la de un periodista tan grande –Umbral dijo de él que era el Truman Capote de la monarquía. O el Saint Simon- y escritor político inconmensurable, me fui a celebrarlo en un local cercano al periódico. Dos fueron los guískis que bebí a su salud, mientras repasaba, una y otra vez sus líneas: “Mi querido amigo y compañero: No quiero dejar de ponerte estas líneas para agradecerte la columna que dedicas en tu periódico a la muerte de Vicente Zabala y a la crónica que escribí desde Cali. Un fuerte abrazo”.

Desde entonces me he venido entusiasmando con sus “Canela Fina”, con sus ensayos, con su verbo cultivado y capaz de poner en su sitio al lucero del alba. Y sobre todo me sigue admirando su vitalidad literaria, su dialéctica, y desde luego esa mirada que expande sobre las mujeres para distinguirlas con requiebros que suelen ser estrellas en medio de una vulgaridad apabullante.

Pero llega lo peor. Ay: un pero adversativo que jamás me hubiera gustado esgrimir contra un Anson a quien le pierde, últimamente, la aversión que siente por Zapatero. Hasta el punto de haber cometido un desliz imperdonable en él: ha usado el nombre de Ceuta como reclamo espectacular en el nacimiento de un Diario en Internet presidido por él. Se llama “El Imparcial”. Y en su portada destaca una fotografía del presidente del Gobierno con Mohamed VI. Con el único fin de decirnos que de fuentes próximas al Palacio Real Marroquí aseguran que “Zapatero tendría decidido abrir negociaciones sobre el futuro de Ceuta y Melilla, en caso de ganar las elecciones”. ¡Qué faena! ¡Qué manera de perder el oremus! ¡Qué egoísmo al servicio del PP! ¡Qué pena, maestro Anson!
 

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