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OPINIÓN - MARTES, 22 DE ENERO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

“Tlata” Ketama
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Un lujo. Aquí estoy, conmigo mismo, en el corazón del país rifeño tomando el aire de la montaña en las estribaciones del nevado “yebel” Tidirhin, el monte más alto (2.448 metros) entre Tánger y Nador, a la vera de la mítica Ketama (con su histórico “Llano Amarillo” y el monumento homónimo, trasladado después del fin del Protectorado, en 1956, a Ceuta). Son las 9.30 locales y los rayos del sol, aun tibios, inundan de pleno la agradable terraza del café “Badr” (de épica resonancia en recuerdo de la batalla del mismo nombre en marzo del 624, en la que Mahoma y 300 de los suyos se cubrieron de gloria), un moderno “restaurante-patisserie” levantado con impulso de la economía local. Amanecí ayer, lectores amigos, yantando un opíparo desayuno, con sus olivas y huevos de “pita” (“de les que corren por les caleyes, sí oh”), cerca de las 7 de la mañana en Sharafat, entre Bab Taza y Bab Berred, con el sol pugnando por salir tras las montañas y el lucero del alba brillando, todavía, en el aterciopelado firmamento.

Tras dejar Ketama se alcanza Targuist (dejando a un lado la desviación al antiguo puerto de Badis, junto a Torres de Alcalá y el Peñón de Vélez de la Gomera), villa en la que un 27 de mayo de 1926 Abdelkrím Ben El Khatabi, emir de la efímera “República del Rif”, se entregaba con veintisiete de los suyos junto a un convoy de doscientas mulas con los bienes de su familia (¿o del frustrado Estado rifeño?) y una cantidad estimada en un cuarto millón de dólares (citado por Woolman en base a un trabajo de A. Sánchez Pérez), y tras una larga bajada la olorosa tierra de la lavanda, Alhucemas la luminosa, ayer cubierta por un mar de nubes bajas. ¿Han comido “pescaíto” alguna vez en su puerto?. Les sugiero el agradable y popular restaurante “Mimoun”, abajo en la dársena abrigado bajo un roquedo, con vistas a Cala Quemado, al fondo el Peñón y, a un lado, la mezquita con su tradicional tejado verde y el alminar pintado de blanco y azul celeste. El abigarrado y colorista muelle pesquero bullía de afanosa actividad mientras, en el dique norte, cuatro pequeñas patrulleras de la Marina Real marroquí (unidas por parejas) se balanceaban suavemente al compás de las aguas. El centro de la ciudad, sumido en obras, vomitaba al exterior la rojiza tierra de la zona bajo una cubierta de grises nubes mientras, hacia arriba de la montaña, el cielo brillaba soleado e impoluto vestido de un fuerte color añil.

No tengo ni pajarera idea de lo que está pasando en el resto del mundo (mi mundo, hoy, es éste: el Rif), pero quisiera explicarles algo tras las últimas detenciones de la célula de presuntos terroristas islamistas en Barcelona (integrados según parece en el oscuro movimiento “Tabligh”) y mi andanada sobre cierto personajillo local, muy conocido en Ceuta y en el extranjero donde no deja de viajar pese a estar oficialmente de baja (¿acaso la Seguridad Social no cuenta con inspectores de Trabajo?). Sí hombre, “sidi” Laarbi Maateis. Me parece vergonzoso que este elemento, cabeza visible del “Tabligh” en Ceuta, especializado en romper la puerta del despacho de cierto alto funcionario a patada limpia y en amenazar con poner una bomba en un histórico medio de comunicación de la ciudad, siga suelto por ahí. ¿No les parece?.
 

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