Al finalizar el primer trimestre,
los alumnos de los distintos niveles, reciben sus boletines
de calificaciones de la evaluación correspondiente. Del
resultado de las mismas depende la iniciación del calvario
que, en caso de negatividad, preocuparán enormemente a los
padres, obligándoles a establecer las estrategias necesarias
para intentar frenar el fracaso no deseado. Se empieza a
vivir el drama.
El informe PISA-2006 ha puesto en alerta a los padres, que
buscan alternativas para resolver el problema de forma
diligente, sin esperar soluciones por parte de las
autoridades educativas. Recordemos que negaron el fracaso
producido, y el Sr. Presidente responsabilizó a los padres
que se educaron bajo el franquismo (¿?). Recordemos también,
que las asignaturas básicas –materias instrumentales se les
ha llamado siempre- Lengua Española y Matemáticas, las
suspendieron nuestros alumnos, siendo la lectura
comprensiva, clave para afrontar todas las materias.
El planteamiento que se hace, al finalizar la presente
legislatura, se divide entre “los que creen que somos tontos
y los que opinan que estamos mal gobernados”.
Al margen del deficiente sistema educativo, algunos padres
cargan contra maestros y profesores, pretendiendo justificar
el fracaso en ellos: “Los chicos pasan de todo, arrastrando
con ello a los maestros, que también son víctimas de un
deficiente sistema educativo. No se comprometen y se limitan
a cumplir con su horario”. “En general, las clases son de
corta duración –cincuenta minutos-, por lo que los
profesores no pueden hacen frente a la explicación,
realización de ejercicios, aclarar ideas…”. “Hay pequeños
grupos en el aula que no dejan de trabajar. Molestan.
Boicotean el proceso. El profesor no tiene otra alternativa
que expulsar del aula a los alborotadores”. “Muchos padres
se quejan de que los centros dejan ‘tirados en la cuneta’ a
los alumnos con problemas; en algunos casos por desidia y en
otros para mantener un supuesto prestigio: los torpes no
pasan…”. “Preocupa la comprensión lectora, pero es mucho más
preocupante la metodología. Los chicos no saben estudiar. No
les enseñan a subrayar, a hacer resúmenes…”.
Por otra parte, los enseñantes se limitan a decir: “La menor
presencia de los padres es otro factor fijo en el análisis.
Hay menos disciplina en casa y eso se refleja en el
colegio”. “La antigua complicidad entre padres y profesores
ha desaparecido; éstos han perdido la autoridad. Son como
‘colegas”, no se les respetan”.
Por parte de un destacado representante de la escuela
privada se apunta hacia un factor políticamente incorrecto,
para terminar de pintar el triste paisaje: la inmigración.
“Todo el mundo tiene derecho a la educación, por supuesto,
pero no se puede mezclar en una “coctelera” a niños de
cultura tan diferentes sin que se produzcan
“cortocircuitos”. “Falta integración en esas aulas
abarrotadas, donde hay perfiles muy diversos. El diagnóstico
del Informe Pisa no nos ha sorprendido. Las cosas han
variado sustancialmente en los últimos años…”
Algunos padres están a favor del profesor particular. Sin
embargo, para algunos expertos la solución no pasa por
alguien que se limite a que se haga los “deberes” al alumno,
cuando la solución es que alguien le motive, le enseñe la
asignatura y le ayude a aprobar. Piensan que algunos padres
caen en la tentación de quitarse ellos el problema de
encima, recurriendo a la excusa de que sus compromisos
laborales les impiden atender a sus hijos, cuando, en
realidad, la mejor medicina que un padre o un maestro puede
proporcionarle a un alumno “atascado” en los estudios se
resume en dos palabras: ¡Tú puedes!
En esto de las clases particulares no nos podemos rasgar las
vestiduras. Desde hace muchos años, nuestros alumnos que han
tenido dificultades para superar sus materias, han recurrido
a los profesores de apoyo. Por ejemplo, cuando el
Bachillerato tenían seria dificultades para superarlo, con
materias como Matemáticas, Física y Química, Latín… la
mayoría de nuestros alumnos asistían a clases particulares.
Entre nosotros se encontraban muy cualificados profesores
que resolvían con éxito los problemas presentados por los
estudiantes. Sin dudas que eran de una contrastada garantía.
Y como quiera que no podemos olvidarnos de nuestro
deficiente sistema educativo, recurrimos de nuevo al sistema
educativo finlandés, donde el magisterio es una profesión
muy bien considerada, donde los estudiantes valoran el
sentido de la responsabilidad y la mayoría de los centros…
¡son públicos! Por otro lado, hay menos academicismo donde
los estudiantes aprenden más por lo que descubren que por lo
que les enseñan. En cambio, las personas que han gestionando
el sistema educativo español -políticos y técnicos- están
anclados en el pasado, basados en modelos obsoletos. Y
sistemas educativos estables, al contrario del nuestro,
cambiando según los vientos del partido político de turno!
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