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OPINIÓN - DOMINGO, 20 DE ENERO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

El semillero de la “yihad”
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

La detención ayer en Barcelona de 14 extremistas islamistas, presuntamente integrados en una red “yihadista” preparada para atentar en España, ha vuelto a poner de manifiesto el peligro que para la estabilidad europea presenta una emigración con un sesgo determinado: la religión musulmana. Sin duda y como en varias ocasiones se abordó en esta columna, sería tremendamente injusto (además de inoportuno) meter en el mismo saco al conjunto de fieles de una religión ajenos, en su mayor parte, a veleidades terroristas pero, a la vez, sería torpe cerrar los ojos a una realidad iluminada con los hechos: en España y junto al terrorismo etarra, el terrorismo “yihadista” (con base en torcidas interpretaciones del Corán, sesgando una exégesis global y priorizando determinadas aleyas, ciertamente oscurantistas) se perfila cada vez más como una peligrosísima amenaza latente para nuestra seguridad.

La forma de atacarlo es múltiple, conjugando una serie de medidas tanto externas como internas: entre las primeras, eliminando sin complejos las bases del terror (y no haciendo el imbécil como en Afganistán: si se lleva al ejército, ¡empléese y no se le aten las manos!) estén donde estén. En el frente interior, articulando políticas en un triple plano: migratorio, policial e ideológico. En el primero, se impone restringir al máximo la afluencia procedente de países musulmanes mientras se procede a la expulsión de centenares de miles de emigrantes radicados ilegalmente; en el policial, agilizando el intercambio de datos y formando a unidades especializadas en este sector; finalmente se impone una labor de exploración ideológica, analizando los discursos y métodos de educación utilizados dentro de las comunidades musulmanas. También y paso a paso debería acotarse -llegando hasta la prohibición- el pavoroso proceso de islamización (en muchos casos, el paso previo de la radicalización y el extremismo) al que estamos sometidos, en un justo proceso de reciprocidad: en absolutamente todos -y escribo “todos”, tome nota el lector- los países musulmanes está prohibida la predicación de cualquier otro tipo de religión… ¿Por qué debemos nosotros, en Occidente, en Europa, en España… seguir haciendo el canelo permitiendo la “d´awa”, la predicación del Corán cuando estos mismos “misioneros”, estos mismos musulmanes, serían los primeros en reprimir -con la dureza necesaria- la divulgación de ideas y creencias ajenas al Islam.

La Constitución española ampara la libertad, ideológica y religiosa, en una propuesta compartida de respeto mutuo. ¿Sostienen estos principios la mayoría de la comunidad musulmana asentada entre nosotros?. Mi respuesta es no. Al contrario, la islamización presupone la creación de guetos urbanos y la aplicación de normas que “separen” a los fieles haciendo imposible (en las escuelas, las piscinas, los centros de trabajo…) una interculturalidad compartida. Esa es la gran amenaza. Y, dentro de ello, anidan las semillas del terror. Una de las sectas más activas y misioneras, la de los “Tabligh”, lo sabe muy bien: el “Tabligh” no es en sí un movimiento terrorista, pero en muchos casos sí esa “antesala” (como lo son Herri Batasuna y ANV en el País Vasco) de la que ayer hablaba el ministro de Interior. En Ceuta lo sabe muy bien Laarbi Maateis.
 

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