Quienes tienen la costumbre,
curiosidad, tiempo o simplemente les gusta leer nuestros
artículos, habrán observado que hemos faltado a la periódica
cita que, desde hace casi tres años, venimos publicando en
este nuestro diario. Pero imponderables de fuerza mayor han
ocasionado la ausencia, situación no imputable a nuestra
voluntad sino a una complicada afección pulmonar que, de
pronto, puso de manifiesto en nuestro organismo una falta de
oxígeno que se temía pudiera ocasionar complicaciones
renales o cardíacas graves que, por la rápida actuación de
los facultativos que nos atendieron, hemos podido eludir y
nos encontramos ya en nuestro domicilio, después de diez
días de tratamiento hospitalario. Hoy, hay que dar de ello
gracias a Dios, nos encontramos casi totalmente
restablecidos y como se puede observar hasta con ánimos
enervados de continuar en la brecha.
Y no seríamos honrados (al contar nuestras impresiones como
usuarios del Hospital Civil) si no mencionáramos el trato,
tanto clínico como humano, recibido durante nuestra estancia
en el mismo que tiene, sería obvio silenciarlo, sus
deficiencias por sus obsoletas instalaciones, pero salvadas
todas con la diligencia, la profesionalidad, el especial
trato tanto de Médicos en Planta como en el servicio de
Urgencia u Observación, (¡qué humanidad la de estos
profesionales y que ánimos dan a quienes están necesitados
de unas palabras de aliento en trance tan difícil como el de
una enfermedad grave que obliga a permanecer postrado en una
cama hospitalaria, con lo que ello impone y supone),
Personal de Enfermería, Auxiliar, Mozos, Limpiadoras, sin
que se nos puedan olvidar a los estudiantes en prácticas que
colaboran en los menesteres propios del Hospital que, dicho
sea de paso, como hemos comentado y es público y notorio,
adolece de ciertas comodidades (que quizás sean debidas a la
inminencia de apertura del nuevo que se esta construyendo)
pero con una plantilla de personal facultativo (escaso según
nos comentaban los mismos empleados) de primer orden que
hacen olvidar estas deficiencias y que infunden al enfermo
un impulso moral y afectivo que coadyuva a tener total
confianza en la actuación del médico que nos atiende y, por
ende, a reconocer la excelente labor profesional que, a
pesar de otras connotaciones en el trato que algunas
personas les dispensan, saben sobreponerse y cumplir con
exceso las obligaciones que les impone su profesión. A
todos, por si les pudiera servir de estimulo y satisfacción,
nuestro reconocimiento al tiempo que el agradecimiento
sincero por las atenciones que de ellos hemos recibido. Dice
el refrán, por otro lado, que el amigo en la necesidad, y
así nos encontramos casualmente en la habitación 308 con
Rafael García, tratado de una afección cardiaca (a quien
nunca agradeceremos lo suficiente el ánimo y apoyo moral que
nos brindó) y Mohamed con una enfermedad terminal y sus
familias o acompañantes. Todos formamos una piña familiar y
así Rafael y su esposa e hijos y la de Mohamed, su esposa y
hermano Hossaín, en unión de la nuestra, formamos un
auténtico equipo de auxilio y ayuda mutua que nos dejará
para siempre una estela de sincera estimación afectuosa.
Nos queda nuestro pesar por quienes, amigos nuestros,
permanecen aun en lecho del dolor como el Dr. Ascaso Señor
(a cuya esposa Marisol e hijos, principalmente a Tomás,
desde estas líneas les enviamos nuestros deseos de pronta
recuperación y elevamos a Dios nuestras preces por el
mejoramiento de su salud), así como también enviamos estos
deseos a Manolín Gómez, el conocido exfutbolista, Manolo
(conductor del P.M.), a Isidoro Iglesias Inspector Jefe de
Policia con quien tuvimos la satisfacción de compartir
labores profesionales y, en definitiva, a cuantos sufren y
padecen en la siempre triste y penosa cama de un hospital.
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