Después de tantas trifulcas como
han mantenido durante los últimos años, algunas realmente
fuera de tono, el Partido Popular y la Unión Demócrata Ceutí
(UDCE) han dado, pese a las injerencias externas, un ejemplo
de juego político limpio durante las últimas semanas en lo
que a sus negociaciones para la entrada o no del primer
Grupo de la oposición en el Gobierno ceutí. El paso dado por
el PP, aún a sabiendas de que una parte de su electorado
podría no recibirlo con aplausos precisamente, pensando en
el interés general es digno de elogio en tanto que, como ha
demostrado el tiempo y su respuesta a la negativa final de
los de Mohamed Ali, no tenía ninguna intención torticera.
Aunque siempre se negaron a dar detalles al respecto, el
partido del Gobierno presentó desde el primer día sus
acercamientos tanto a la coalición de izquierdas como al
PSOE como una apuesta por el consenso en beneficio de los
ciudadanos, una ‘nueva’ forma de hacer política alumbrada
tras la visita Real, en la que todos los partidos estuvieron
a la altura de las circunstancias para no emborronar un
hecho histórico de semejante magnitud con estériles
polémicas partidistas. Que la militancia de la UDCE haya
rechazado un acuerdo de estas características es
comprensible, sobre todo si se tiene en cuenta que los
encuestados no estaban al tanto de los detalles de la
negociación entre los dos partidos, pero aún así los
resultados ponen de manifiesto que entre las bases del
primer partido de la oposición no existe una brecha
insalvable que impida llegar a acuerdos con el partido
mayoritario. De hecho, más de la mitad de los entrevistados
dijo estar a favor del sentido del voto de los de Ali a los
Presupuestos y un tercio apostaba por llegar a acuerdos de
mayor calado con los Populares. Que este primer acercamiento
no haya llegado a buen puerto no quiere decir, sin embargo,
que haya sido estéril. Sobre todo porque como mínimo ha
servido para eliminar declaraciones altisonantes que en nada
beneficiaban a los ceutíes y sólo servían para crear
crispación. El ambiente político, sin estridencias, es mucho
más potable.
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