Pregunta.- ¿Cómo es esta adaptación de ‘Un Picasso’?
Respuesta.- Esta obra parte de un hecho real que le sucedió
a un personaje universal. Con Pablo Picasso, Freud, Einstein
y Karl Marx se puede explicar el siglo XX. Manejando nombres
y fechas reales, Hatcher sitúa a Picasso frente a un
personaje de ficción y una trama de ficción. A través de
Picasso, el autor cuenta todo aquello que tiene que ver con
el poder, el sexo, las bajadas a los infiernos y las
contradicciones de los seres humanos. Lo que en principio
parece una pelea, entre el pintor y la funcionaria que
trabaja para los nazis, acaba siendo una extraña danza.
P.- ¿Es esta una obra en la que se ha implicado al cien por
cien, dado que la dirige e interpreta?
R.- No sólo eso. Trabajé también en la versión. Nacho Artime
me dio carta blanca para acercar el texto a los españoles lo
más posible.
P.- ¿Fue muy complicado transformarse en Picasso?
R.- No trato de imitar a Picasso. Mi amiga Emma Coen me dijo
que Picasso era románico y yo era tirando a gótico. Si
tratase de imitarle sería estúpido, porque físicamente no
nos paracemos; pero sí trato de reproducir un caracter, una
personalidad.
P.- ¿Teatro o cine?
R.- Me da igual el medio. Lo que prefiero es una historia o
un personaje. No soy de los que dice que el teatro es la
panacea. El teatro cuando no se hace bien es mejor no
hacerlo. No hay género ni medio que por sí mismo se
justifique. Lo importante es una buena historia y un buen
personaje.
P.- Pero lo que sí parece verdad es que el teatro da
prestigio y el cine popularidad.
R.- El teatro da prestigio si lo haces bien, porque sino es
lo contrario. El teatro lo que sí es, es una gimnasia
distinta a la del cine o la de la televisión; y como actor
conviene practicar todos los ejercicios posibles, pero no
hay un género que dé más prestigio que otro, sino que
depende de cómo se haga. Para mí es igual de difícil hacerlo
bien en el teatro que en el cine que en la televisión.
P.- ¿De qué salud goza el teatro en España?
R.- Seguramente la que le corresponde, la que le permite
contar con un número de personas fieles. Fuera de las
grandes ciudades es distinto. Si tú tuvieras que depender
del dinero de la taquilla, el teatro seguramente hubiera
desaparecido de la mayoría del territorio, no sólamente de
España. Se cuenta afortunadamente con la sensibilidad y
atención de las personas que programan teatro. Entre unos y
otros vamos consiguiendo que el teatro sea un hecho vivo,
pero si tuviéramos que depender de las personas que se
interesan por él, el teatro como negocio no existiría salvo
en las grandes ciudades.
P.- Tengo entendido que hizo la mili en Melilla, no sé si
estar aquí en Ceuta, en el norte de África, le trae algún
tipo de recuerdo.
R.- Nunca había estado en Ceuta, pero, de cualquier manera,
hace tanto tiempo que hice la mili... (ríe) Guardo un
recuerdo muy singular de aquel tiempo, porque para mí fue
una suerte que me tocara Melilla, porque yo ya quería ser
actor desde antes de los 14 años, cuando vi mi primera
película en el cine de mi pueblo y trabajaba de mecánico
para ayudar a mi familia. La manera de cortar este cordón
umbilical era que se produjera un acontecimiento como este,
que me obligara a irme de mi casa. Entonces la mili duraba
18 meses y fue el tiempo suficiente para meditar y
reflexionar que a mi vuelta no iba a volver al taller.
P.- Hay una película en su filmografía que me encanta: ‘El
viaje a ninguna parte’. ¿Se parecían en algo sus comienzos
como actor a lo que aparece en la película?
R.- Ni siquiera los orígenes de Fernando (Fernán Gómez)
fueron tan duros. La película es un homenaje emocionadísimo
y muy tierno a los actores. Mis comienzos fueron más
parecidos a lo que aparece en la película Cómicos, de Juan
Antonio Bardem. Viajábamos en los vagones de tercera, pero
no andando ni en carreta.
P.- Era un buen amigo de Fernando Fernán Gómez. Supongo que
le echará de menos.
R.- El vacío de Fernando es imposible de llenar. Era uno de
los hombres más importantes de la cultura de este país. He
tenido la inmensa suerte de ser amigo suyo.
P.- A usted le tocó hacer muchas películas del denominado ‘landismo’.
¿No fue una generación de actores desaprovechada?
R.- Me siento orgullosísimo de haber hecho todas las
películas que he hecho con mis amigos Alfredo Landa, José
Luis, Mariano... Como no soy idiota, algunas me gustan más,
otras menos y algunas nada, pero no consiento que ningún
pijo las menosprecie. Gracias a esta gente he podido dar de
comer a mi gente y aprender lo que he aprendido. Este oficio
sigue dando un sentido a mi vida. Alfredo Landa es un actor
inmenso desde que empezó haciendo reír o llorar, antes de
que ganase el premio al mejor actor en Cannes. Se hizo lo
que se tuvo que hacer. No obstante, yo tuve la suerte de
estar a finales de los setenta cuando apareció la tercera
vía y un cine más crítico. Ahora tengo la posibilidad de
rechazar algunos proyectos. Si algo no me gusta muchísimo,
me quedo en casa.
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“La madre naturaleza se ha mostrado extremadamente generosa
con Bardem”
José Sacristán no ahorra palabras
para describir el talento de Javier Bardem, primer actor
premiado con el Globo de Oro: “Maravilloso, formidable,
impresionante”. Sacristán recuerda que “esta criatura viene
de una saga familiar increíble, pero, en el caso de Javier,
es que la madre naturaleza se ha mostrago extremadamente
generosa”. Así, el actor madrileño no tiene pelos en la
lengua para decir que “Javier tiene un talento acojonante,
una voluntad de hierro y luego un físico que las cámaras hay
que anclarlas con hormigón porque se van detrás de él”.
Sacristán celebra que Bardem haya tenido un reconocimiento
internacional que ningún actor español ha logrado y lo ve
ganando el Óscar. “¿Por qué no?”, contesta el protagonista
de La vaquilla.
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