Despertarse en el norte de España, en Huesca, por ejemplo,
supone mirar por la ventana, echar un vistazo y confirmar
que el día ha amanecido claro y dispuesto para venerar una
despedida. Despertarse en Ceuta genera menos dudas, porque
el sonido del amanecer te desvela si hay tormenta o si, como
casi siempre sucede, el sol y la brisa templan los ánimos
del invierno.
Fue un día común para casi todos los civiles, un viernes,
pero en el estamento militar, la marcha de Fernando
Carbonell convertía lo común en especial. Cuatro años pueden
significar cumplir con una carrera estudiantil o cumplir,
rozando los 60 años, la última fase de una carrera militar
activa, dejando un reguero de recuerdos archivados en el
álbum de la memoria, al que tan pocas veces visita uno para
ojearlo. Carbonell deja amigos, así lo comentan diversos
compañeros que le rodean casi a diario y abandona el
adiestramiento de la tropa, la instrucción y el trato con
sus subordinados. Nació en Huesca y nunca ha escondido su
admiración hacia la tropa de montaña, de donde surgió, ni su
amor a los paisajes de altura, su océano de ocio. En su
currículo constan destinos importantes, como son los que
consumó en Baleares, sirviendo al Estado Mayor, o su cargo
en la dirección de enseñanza del Ejército.Ya en las alturas,
dirigió, como coronel director, la Escuela Militar de
Montaña y Operaciones Especiales, acreditada entre las
mejores del mundo.
Su compañero en el timón, Vidal de Loño, ofreció un discurso
sincero, directo al corazón de los presentes y con una
rúbrica de maestro que guardará con llave Carbonell. El
comandante general alabó la maestría del segundo jefe por
“haber demostrado una sobresaliente preocupación y
conocimiento de la tropa y de sus subordinados,
interesándose por todos y buscando siempre mejorar sus
condiciones”.
A pesar de la despedida, Carbonell aseguró que sus visitas a
Ceuta serán frecuentes en 2008 y tiene pensadas realizar
algunas visitas. “No voy a abandonar esto. Para este año
tengo pensado realizar cuatro viajes, al menos”.Tal y como
reflejó Vidal de Loño en su discurso, Carbonell ha sido un
hombre unido a la instrucción y él mismo relata la evolución
que ha sufrido para bien la COMGECEU: “Ceuta era una de las
comunidades más desconocidas, porque no habíamos salido a la
Península a hacer ejercicio, pero el nivel de las unidades
de Ceuta está por encima de muchas unidades de la
Península”. Por último, se reririó a “la simbiosis” que
existe entre los civiles y militares ceutíes: “Nosotros nos
sentimos reconocidos en nuestro trabajo porque los ceutíes
saben para lo que estamos y aquí es donde más se siente
eso”.
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