No veo por ningún lado el problema
que encuentran los hombres y mujeres del tiempo para
vaticinarlo con exactitud. Más bien parecen unos
encuestadores de intención de voto, que tiran más bien para
el partido de sus amores cuando presentan los resultados.
Hoy seguiré insistiendo sobre política, más que nada porque
uno no para de oír y leer las más genuinas expresiones de
gente que no quiere enterrar el tenebroso pasado del país,
ni de la ciudad.
No me parece ético que los políticos declaren públicamente
sobre temas peliagudos que sólo conducen a que sean
interpretados como intenciones privadas de ambiciones
personales y tras las cuales se ocultan unos intereses,
oscuros intereses, que a la larga salen a la luz en planes
totalitarios que no benefician en nada al país, ni mucho
menos a la ciudad.
La declaración de los políticos ceutíes, con representación
nacional, demuestran muy a las claras las intenciones que
tienen de reconducir el país hacía las manos de unos cuantos
privilegiados. El resto de españoles a callar.
Eso de que, cuando ganen las elecciones y formen Gobierno,
cambiarán las leyes aprobadas por mayoría en el Parlamento
español no deja de ser más bien unas jugadas de ricos niños
egoístas que miran su propio ombligo y mandando a la porra
al resto de ciudadanos. El país de La Porra, del inolvidable
Álvaro de Laiglesia, ya debe estar colapsado.
Decir que cuando gobiernen modificarán la Ley de Suelo y con
ello el plan de Urbanismo, me parece que tiene la pinta de
conseguir un gilismo más ambicioso y, supuestamente,
refrendado legalmente.
Una Ley de Suelo que beneficia al conjunto de ciudadanos
españoles, sin matices, y que abre camino para la lucha
contra la especulación… sólo perjudica a quienes tienen el
punto de mira en la bolsa, de dinero constante y sonante,
obtenida con el juego, supuestamente para ellos, pasional de
la especulación.
Si el dinero que se embolsan unos cuantos y contados
especuladores, escribo de miles de miles de billardos de
euros, revertiera para el ciudadano, no tendrían, éstos,
motivos de queja por el índice de precios y entonces sería
una realidad imbatible el concepto de riqueza española.
Pero no, la ambición personal de unos cuantos y contados
especuladores es desmedida en grado sumo. No les basta tener
en su cuenta corriente diez mil millones, no… quieren más y
más ¿para qué? ¿Para comprar el país y seguir engrosando la
cuenta corriente? ¿Con qué fines específicos amasan
considerables fortunas? Si al fin y al cabo morirán de todas
maneras y en el cielo, o en el infierno (aunque diga el Papa
ahora que no existe), no existen bancos ni cajas de ahorro,
ni bingos ni casinos. Ni queridas con piso en cada ciudad
escondida.
Estoy seguro que las intenciones de los políticos
conservadores de cambiar las leyes emanadas por el
Parlamento español en la última legislatura, va en serio.
Derogar o modificar leyes que han traído y traen mucho
beneficio al conjunto general de ciudadanos españoles; con
muchos derechos arrinconados por el franquismo; con plena
libertad democrática para decidir… No tiene buena pinta.
¿Lucharan contra la familia real, por eso de la separación
de uno de sus miembros? ¿no?
No tiene buena pinta porque la charanga de los que no son
demócratas está escrita y pintada por numerosos españoles de
renombre, muchos de ellos en el paraíso celestial o en las
ollas infernales del diablo –los bajitos en las cacerolas-
por las rechiflas que destilaban, de tan inmovilistas como
son y que consideran el súmmum de la felicidad estar casado
formando familia, santa y sagrada, y al mismo tiempo
disponer de una querida estupenda con piso y coche sufragado
por todos los sufridos españolitos de a pie. Les tira el
modelo moruno.
Si las santas esposas de algunos antidemócratas tuvieran
agallas y se quitaran las corazas del inmovilismo e
investigaran un poquito las aventuras extramatrimoniales de
su santo esposo… los programas-basura y las revistas-basura
del color rosa y de corazones rojos harían el agosto con
resultados de “corazones partíos”. Aunque también existen
casos contrarios (ahí sí que hay igualdad de género) y uno
que puede demostrar eso ya no está entre nosotros, perdió
completamente la cabeza esquiando y la nietísima hacía ya
tiempo que le puso los cuernos. Otros, muchos, prefieren no
darse por enterados, aunque se entere todo el mundo… ¡que
país!
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