Said, Francisco, Jonathan y otros trece camioneros llegados
desde diferentes puntos de la Península y el resto de
Europa, algunos de ellos atrapados en el puerto de Ceuta
desde el viernes pasado, se levantaron ayer con el mismo
disgusto de costumbre en un entorno donde no tienen más que
preocupaciones y en el que se ven obligados a mear como los
perros, arrimados a las ruedas de sus propios vehículos.
Como estas condiciones higiénicas, sumadas a que tampoco
pueden ducharse ni hacer ninguna otra cosa relacionada con
sus necesidades y su aseo en condiciones, e ir a tomar un
café con churros a los establecimientos de las inmediaciones
supone exponerse a que los marroquíes que pululan por el
puerto esperando que salte la liebre les deje sin tarjeta,
sin bultos y hasta sin pantalones [la Autoridad Portuaria
dispone de infraestructuras sanitarias en otros espacios,
pero no donde se quedan los camioneros, un lugar que no se
utilizaba hasta que comenzaron las revisiones, hace dos
meses], ayer se hartaron, cogieron sus camiones y los
pusieron en la última rotonda de la avenida Cañonero Dato.
Hicieron, más o menos, lo que tenían pensado hacer hoy los
empresarios de los polígonos del Tararajal. Esto es, hacer
ruido. Mucho, mucho ruido, que diría Sabina. Y de verdad que
lo consiguieron. Si a las 10.30 horas arrancaron de la
explanada-orinal donde estaban acogidos, a las 10.40 ya
estaba todo el vial del puerto colapsado y bocinazo para
acá, bocinazo para allá.
Y claro, llegaron los periodistas. Y tras ellos la Policía
Local, decenas de policías locales, de las unidades de
Tráfico y de la UIR. Y la Policía Nacional. Y la Guardia
Civil. Y varios portavoces de los comerciantes del Tarajal,
los que les compran los zapatos y otros productos textiles
que traen desde toda Europa, algunos de ellos con origen en
China. Y se pusieron a aplaudirles. “¡Ole sus huevos!”,
aplaudía alguno; “si es que es una cuestión de dignidad, no
de dinero”, le refrendaban otros.
Cerca ya de las 11.00 horas, cuando los agentes ya habían
conseguido (ciertamente con celeridad) desviar el tráfico
por otras vías, un policía nacional dio un paso al frente y
advirtió a Said, Francisco, Jonathan y compañía de que o se
iban a acabarían durmiendo en Comisaría mientras se
preocupaba por sus reivindicaciones (“si yo no os digo que
no tengáis razones, pero protestad de una forma más
inteligente”, casi les rogaba).
El aviso llegó justo cuando otros policías, locales,
revisaban matrículas con aparente intención de recetar
papelitos verdes a los manifestantes, que muy unidos
convencieron a los más dispuestos a apartarse: “Mientras no
venga la autoridad no nos movemos”, reiteraban los más
convencidos de estar en posesión de la razón.
Fue entonces cuando, como caído del cielo, llegó la
autoridad, encarnada en este caso en el consejero de
Gobernación [Vivas se encontraba entonces en el Príncipe
Alfonso], José Antonio Rodríguez, un político con don de
gentes que rápidamente hizo migas con los transportistas
haciendo gala de su condición de empresario. “Os entiendo y
sé lo que pasáis, que hay que pagar el camión y la casa y
dar de comer a una familia. Lo vamos a solucionar”, les
aseguró.
Al verlos escamados de tanta llamada sin respuesta a la
Delegación y a todo quisqui, de tanta promesa inútil, se
remangó los pantalones y se subió a la cabina de un camión.
“Que me voy con vosotros”, dijo, y entonces sí arrancó la
carabana, pííiiii, píiiiii, camino del puerto de nuevo. Y de
allí, acto seguido, en compañía de los funcionarios de
Tributos de la Ciudad, a revisar los camiones.
El problema, tejidos y calzados
Pis, pas. Si un día normal se revisan de 10.00 a 13.00 horas
un máximo de tres camiones ayer se registraron, horario de
tarde incluido, ¡16!, de los que tres permanecían en el
puerto desde hace una semana. Por la tarde, problema
resuelto en la solapa, Rodríguez Gómez aseguró que la Ciudad
se ha comprometido a establecer un control “aleatorio” sobre
los camiones que salen de aduanas por el ‘circuito rojo’, el
peor destino al que el sistema de análisis del departamento
de Aduanas e Impuestos Especiales de la Agencia Tributaria
(utilizando fórmulas alfanuméricas, clasificaciones de
seguridad de los países de origen y datos fiscales de las
empresas) puede enviar las mercancías.
“Al ‘circuito rojo’ van los camiones que trasladan prendas
de confección, tejido, calzados.... Los que traen magdalenas
u otros productos alimenticios no tienen ningún problema”,
señaló el consejero, quien también adelantó que se estudiará
la ampliación del horario de revisión de camiones por parte
de la Ciudad. Preguntado por este asunto en la barriada del
Príncipe Alfonso, adonde acudió a una inauguración oficial,
Vivas coincidió en que que tras hablar con los consejeros de
Gobernación y Hacienda [Rodríguez y Márquez] y con el
delegado del Gobierno sobre el asunto “nos sentaremos para
ver cómo podemos hacer compatible la necesidad de hacer los
controles oportunos a las mercancías que se introducen en
Ceuta sin que ello cause un retraso excesivo en el despacho
de los camiones”. “Creo que tenemos que buscar fórmulas para
hacer compatibles ambos objetivos y en ello estaremos
durante las próximas horas”.
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Los empresarios del Tarajal piden que las
revisiones se hagan “con más agilidad”
Un día después de dejar medio
resuelto, como ocurre con casi todos los problemas del
Tarajal, que nunca se cierran del todo, el conflicto de la
limpieza en los polígonos, los portavoces de la Asociación
de Empresarios del Tarajal, Mohamed Ahmed, y del gremio de
comerciantes dedicados a la ropa reciclada, Francisco
Sánchez, se personaron ayer en la avenida Cañonero Dato para
mostrar su respaldo a los camioneros, pedirles calma y,
simultáneamente, solicitar a las autoridades por enésima
ocasión “nuevas medidas” para combinar las “necesarias
revisiones” que, una vez más, se mostraron “absolutamente
dispuestos” a pasar y la “agiidad” con que piden que se
realicen.
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