Tras la “aparente” tranquilidad
que han supuesto las fiestas navideñas, hemos tenido una
serie de días en los que parece que se querían “desfogar”
algunos que, posiblemente, por no actuar a sus anchas en
esas dos semanas, han sido atacados por la locura, no
sabemos si de la nueva luna, o del año recién comenzado.
Y ahí están una serie de hechos que pueden interpretarse
como meras anécdotas, pero que quienes lo han soportado
pensarán que, de anécdotas nada de nada.
No ha habido ningún medio local que no analizara, la pasada
semana, la puñalada y la consiguiente muerte de un
inmigrante, ocupado como otros muchos, en indicar donde hay
un lugar en el que poder aparcar.
Aquello sucedió, como sucedió y se interpretó de distinta
forma, según el grado de responsabilidad que uno tenga en la
seguridad de la ciudad, o según la libertad a la hora de ver
lo que realmente ha sucedido. Los hechos han quedado ahí.
Recientemente, y esto puede que vaya por otro camino,
aparece un atraco al Bingo África, cuando una persona que se
coló en esas dependencias y, a punta de navaja, logró
llevarse un botín, no excesivo, de 2000 €, pero que no era
suyo y que más que lo puramente material, hay que ver en
este hecho, las secuencias que puede dejar para algunos de
los afectados.
Y aquí hay varias cosas que resultan más que extrañas. La
primera de ellas es cómo en un establecimiento de ese tipo
ha fallado el control de saber quien es, quien entra y sale,
qué hace o qué descontrol hay para una situación como esta.
Este hecho implica un trabajo doble para la policía, primero
para identificar al “visitante” y después ver si iba por
libre o si tenía las espaldas cubiertas.
Parece que, a la hora que yo estoy escribiendo, la policía
tiene identificada a esta persona que debe ser experta en
este tipo de acciones, puesto que ya era buscada por un
atraco anterior al Casino de San José.
Y la dirección del bingo, bastante marrón tiene ahora, se
escuda en que entró por la puerta de emergencia ¿Cómo lo
sabe?.
El personaje parece que es conocido de la policía, con lo
que si sigue en terrenos de Ceuta no debe tardar en ser
apresado, lo que ocurrirá es que, por un lado irá la policía
con él y por otro las leyes que hay, para enjuiciar este
tipo de actos, pueden ponerle a la media hora de patitas en
la calle.
Y como no hay dos sin tres, pues ha sido detenido el
atracador a una mujer que fue asaltada en la playa del
Chorrillo.
En este caso, y volvemos con las amenazas, parece que se
trata de un marroquí que amenazó a la mujer con un cuchillo
para robarle las pulseras que llevaba.
Andarines y pedigüeños, sin oficio, ni beneficio, son muchos
los que andan sueltos, cada día más, por aquí y casi siempre
para terminar en el tirón, en la amenaza o, incluso, en la
agresión.
Las leyes, lo hemos dicho en muchas ocasiones, si son
flexibles serán, también, justas, pero no sé qué tipo de
flexibilidad se puede pedir para gentes de este tipo que lo
único que hacen es molestar a cualquiera, inquietar a muchos
y siempre para llevarse algo, que no es suyo y que ocasiona
más perjuicio moral que económico.
Los 18 kilómetros cuadrados de Ceuta, ahora, más que nunca,
necesitan una seguridad fuerte.
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