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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 16 DE ENERO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Ceuta, la Constitución y la
Alianza de Civilizaciones

 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

No voy a escribir sobre el ingreso del gigante turco en Europa (algo que provoca respigos en países como Francia y Alemania), avalada ayer sin ambages por el presidente Rodríguez Zapatero, él sabrá por qué, pero que choca directamente (como la regularización masiva de emigrantes) con los vientos dominantes en Europa, esa Europa con la que Zapatero en su programa de hace cuatro años decía que había que converger; tampoco voy a erosionar los fundamentos del Diálogo de Civilizaciones (más apropiado sería hablar de Culturas, pero bueno), necio sería y, realmente, la iniciativa lanzada en su momento por el presidente de España no deja de tener su enjundia y me explico: la idea es más que correcta, es buena en sí, pero sus fundamentos y desarrollo posterior no son los más idóneos. ¿El motivo?: no todos hablamos el mismo lenguaje. Las palabras democracia, dialogo, tolerancia o derechos humanos tienen, en la cultura occidental, significados muy precisos mientras que, por lo general, no suelen coincidir con los parámetros ideológicos del Islam y repaso solo un tema: con todos sus defectos (los que ustedes quieran y más), un horizonte de referencia para nosotros es la Declaración Universal de los Derechos Humanos; por el contrario, el mundo islámico (el “islamista” desde luego) pivota en este campo sobre la Carta de Derechos Islámicos de El Cairo. Y no es lo mismo, amigo lector, no es lo mismo.

Con todo y como vengo señalando desde hace un tiempo, en el mundo islámico hay personalidades y corrientes de opinión que están comenzando a romper aguas, buscando parámetros de diálogo convergentes. Así mientras el primer ministro de Turquía, el “islamista” Recep Tayyip Erdogan, declaraba estos días en Granada en el transcurso del ‘I Foro de la Alianza de Civilizaciones’ como, a su juicio, la Alianza de Civilizaciones es “el medicamento contra el terrorismo y su principal obstáculo”, Ahmad Badr el Din el Hasoun, Gran Muftí de Siria, rechazaba ayer en una solemne comparecencia ante el Pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo la existencia de un “Choque de Civilizaciones”, añadiendo unas sopesadas y sosegadas palabras: “La civilización es una cultura humana en la que confluyen las distintas religiones. Son los humanos los que crean la civilización, mientras que la religión es la fe y pertenece por tanto al ámbito de Dios”. En su discurso -que recomiendo encarecidamente al lector interesado-, el Gran Muftí de Siria se pronuncia claramente por el respeto mutuo, eleva su tono con fuertes condenas (“Ninguna guerra es santa”) y adelanta avanzados planteamientos con un toque, a medio caballo, entre la Gnosis y el Sufismo: “Debemos enseñar a nuestros hijos en las escuelas, iglesias y mezquitas lo que es sagrado en el mundo, el ser humano y no los templos humanos como la Kaaba, la Mezquita de Al Aqsa o el Muro de las Lamentaciones, construidos todos por seres humanos, criaturas de Dios”.

España, este gran país, puede aportar mucho a este diálogo: su Constitución, punto respetuoso de encuentro entre creencias y religiones diversas. Precisamente en Ceuta, esta hermosa ciudad en la que se cruzan razas y religión, lo que une a la ciudadanía no es ninguna idea de Dios, Alá o Yahvé: es la Constitución española.
 

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