Hola y adiós. ¿Qué si me voy a la
peluquería del barrio para ponerme mechas y demostrar así,
públicamente, mis simpatías políticas? No. Es que he entrado
por el internet en mi cuentecilla de Unicaja y he comprobado
que no me han ingresado los míseros óbolos con los que pagan
mis frases. Así que me declaro en huelga y no escribo porque
no me sale de mi ingle rifeña. ¿Qué están diciendo con la
expresión de ser los espíritus evanescentes del gran Porrina
de Badajoz? Sí, con caras de estar traspuestos e imitar a
las telequinesias ¿Qué están conteniendo la respiración
hasta que les explique el por qué las rubias con mechas
votan al PP? Vale. Seré breve porque tengo que redactar un
cartel petitorio sobre un cartón suplicando caridad, luego
me quitaré los zapatos y me instalaré en la puerta del
Mercadona. Pero, como no quiero que el jueztorres, azuzado
por los mindundis del grupo de Blanqueo de la Udyco de
Madrid, me incoe unas Previas por pedir limosna y luego
blanquear los beneficios comprándome un donuts, les diré
que, lo de las mechas lo sé por las encuestas.
Es algo psicológico y sociológico. Lo están estudiando en
Oxford y en Harvard y los analistas del Pesóe, vamos, los
sabiondos que dicen que han contratado para que paran ideas
y gracietas, andan echando humo y azufre. Lógico. Resulta
demoledor. Y revelador. Pero también de lógica cartesiana.
En primer lugar las mujeres que se cuidan y se contemplan es
que van bien de autoestima y si se someten mensualmente al
tormento inenarrable de teñirse los pelos y encima que te
saquen mechones para darles otra coloración, los envuelvan
en papel de plata, les den calor, les quiten calor y sin
poder fumar, leyendo revistas atrasadas y si un caso con la
de la manicura ensañándose con las cutículas, entonces es
que son seres en evolución y crecimiento. Con una actitud
positiva ante la vida y deseosas de gustar y de gustarse.
Estilosas. Con “esa cosa” que es cualidad sutil de la
fémina-fémina, como somos las españolas, descendientes de
aquellas fieras amazonas de quienes hablaba Estrabón,
refiriendo que se rapaban el nacimiento del cabello y se lo
recogían para atrás con unos artilugios, predecesores de la
peineta, para que, en el combate, el contrincante, no las
agarraran de las greñas y las zamarrearan. ¿Qué hay mucha
pija y mucha “del pan pringáo”? Bueno ¿Qué quieren? ¿El look
de las lesbianorras de Euzcal Herritarrok y del ANV? ¡Que
miren que son asquerosas esas tías de la izquierda
abertzale, todas piojosas y ellos greñúos, con los piercings
y las pintas de chusma marginal antiglobalización!
¿A que tengo razón? ¿A que si ven ir a votar a una
tiparraca, toda porcachona y echa polvo, con los pelos
pringosos, el pañolete palestino y vestida con trapajos
“saben” que no va a votar “jamás” al PP?. Es cuestión de
estilo. Y dice el filósofo que “El estilo es el hombre”.
¿Qué las “progres” de salón, miento, de salita de estar, van
también de pijas? Bueno, en realidad a veces servidora se
sorprende del “de donde saca pa tanto como destaca” Porque
me resulta incomprensible el que, la Sonsoles Espinosa, la
mujer del Zetapé, esa que hace gorgoritos en los coros de
las óperas para demostrar que, ni posee una gran voz, ni
jamás triunfará como soprano, repito, me resulta
incomprensible que, con el sueldo del marido, que no es en
absoluto multimillonario, pueda comprarse los trapos en la
carísima y snobísima Elena Benarroch, que viste a la
Preysler y a las celebrities nacionales, que si ganan buenos
fajos de billetes. ¿Ese es el ejemplo de austeridad que da
el PSOE? Y no digamos al figurín encanijado de María Teresa
Fernández de la Vega ¿El cambio continuado de vestuario se
financia en la categoría de “gastos de representación”?
Ahora se callan, que está hablando servidora ¿Qué la versión
de ustedes es que, cuando sale una socialista pija y fashion
victims como Carmen Calvo se compra los modelazos ahorrando
en la cesta de la compra y poniendo una perola de puchero
para ir tirando toda la semana? Sí. Un día le echa fideos al
caldo y otro arroz y la leche la compran desnatada porque es
más barata. Pero no llevan melenas ni mechas. La
Vicepresidenta se tiñe las canas y eso es todo. Las
melenazas, el poderío, la mecha rubia, el ser despampanante,
su miajita de botox y el estilazo es cosa pepera. ¿Qué en el
PP hay políticas feas como mandriles? Claro, tampoco hacen
castings de belleza para repartir los puestos, ni tan
siquiera hacen castings, aquí es todo dedocracia, amiguismo
y primar a los lameculos, como en todas partes. ¿Ahora por
qué me incordian? ¿Qué yo soy una calorrilla rifeña, cetrina
y con cuatro pelos renegríos? ¡Coño! ¿Es que no se dan
cuenta de que, las minorías étnicas damos a los partidos
lustre y esplendor? Pero les juro que, algún día, me pondré
mechas para integrarme. Palabra de honor.
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