José Ramos se sometió a un cuestionario similar al que
respondieron sus compañeros de barriadas y quiso dedicar
estos años de trabajo a “mi mujer Mari y a mis hijos Jose
Mari y Violeta. No lo he hecho nunca, pero hoy -por ayer-
sí”.
P.- ¿Cómo valora su actuación en estos dos años en las
barriadas?
R.- Me gusta valorar mi actuación como la actuación de un
conjunto de personas. No es demagogia referirme a mi equipo
de trabajo como un grupo de personas muy buenas. También es
justo recordar que fue Gregorio García (último presidente de
la FPAV) quien colocó el primer peldaño de esta escalera.
P.- ¿Cómo es su comunicación con los presidentes de las
barriadas?
R.- La Federación acuerda con cada barriada los presupuestos
de las actuaciones. En el día a día, nuestra comunicación es
vía fax o personal, cuando se presentan aquí. Nuestro
funcionamiento es muy fácil, el movimiento vecinal nos
llama, nos comenta el problema y nosotros lo trasladamos a
la Ciudad y en este proceso tardamos 15 minutos. Por eso los
problemas se subsanan mucho antes que en la Península, donde
funcionan por distritos. Aquí nos llevamos todos muy bien y
existe colaboración entre todas las partes, lo que no quita
que cuando haya que reivindicar se reivindique.
P.- ¿Cómo con qué?
R.- Como ha sucedido con la policía de barriadas, que no ha
llegado cuando estaba previsto, pero que llegará antes de
verano esperemos, porque nosotros somos pacientes, pero los
delincuentes, no. Juan Carlos y Los Rosales son barriadas
que necesitan más de este cuerpo. El vecino no quiere un
policía en la puerta de su casa, pero sí quiere una
presencia policial que les dé tranquilidad.
P.- ¿Se le ha subido a la cabeza el ser presidente?
R.- Soy cocinero del Ministerio de Defensa y hombre de
barriada y familia humilde desde que vivía en La Línea.
Desde siempre he estado pringado con asuntos altruístas.
P.- Todo el mundo teme ser presidente de FPAV debido al
tiempo que ocupa, ¿cuál es su día a día?
R.- Me levanto a las 6:15, me aseo, y a las 7:00 entro a
trabajar en el hospital militar. Termino a la una y me voy a
la sede de FPAV hasta las 15:00 horas. Por la tarde, si no
tengo que trabajar, llego al local de FPAV a las 17:30.
Allí, puedo estar hasta las nueve, diez u once visitando
barriadas o hablando con instituciones o presidentes.
P.- ¿Cocina también en casa?
R.- Sólo en Nochebuena y Nochevieja, y porque me lo piden
mis hijos y mi mujer.
P.- ¿Cuáles han sido las actuaciones más importantes de
este último bienio?
R.- Equipar una barriada es un trabajo precioso y hacía
tiempo que no se hacía nada antes de que existieran los
Planes. Una obra faraónica fue el desdoblamiento de Las
Palmeras. El II Plan lo recuerdo como un plan farragoso,
donde hubo que actuar en las calles, en un proceso de
retranqueo. El anterior presidente de la FPAV, Gregorio
García, tiene mucha culpa. En el tercer Plan seguiremos
actuando en las entrañas de los barrios, además de ejecutar
obras que serán importantes en algunas barriadas.
P.- ¿Cree que hay un reparto justo del dinero que se
destina a cada barriada?
R.- El tercer plan se ha presentado y cada uno ha tenido
posibilidad de presentar sus alegaciones. Hay que destacar
la colaboración de la consejera Yolanda Bel, de la Ciudad y
de Gregorio García. Se han portado muy bien con la ciudad y
se han dedicado a destinar el dinero a actuaciones
funcionales, que sirvan, más que a decorarlas con cosas que
no sirven tanto para mejorar la calidad de vida.
P.- ¿Cómo se definiría?
R.- A veces sé que doy la apariencia de ser ‘chulo’, pero al
que me conozca de verdad se le cae ese perfil Yo estoy
pagando a esta ciudad lo que a mí me ha dado desde que
llegué a Ceuta.
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