Que la desaparición de un niño o
de una niña. Cuando aún escocía la muerte de la joven Rocío
y el circo mediático tramado en torno a la infortunada
Dolores Álvarez, una víctima de esa abominación que son los
llamados “juicios paralelos”, los niños y niñas siguieron
desapareciendo. Sonia Carabantes, el pequeño Jeremy canario,
aún hoy en paradero desconocido pero, cuya desaparición nos
mostró como reacciona una madre en esta horrorosa coyuntura
: acabando en un psiquiátrico, enloquecida de dolor. Y la
tragedia de las desapariciones siguió su curso macabro.
La pequeña Madeleine McCann fue un shock colectivo y un
pasmo generalizado ante la gélida y meditada reacción de los
padres: ruedas de prensa, colectas para la búsqueda, famosos
asesores de imagen y ahora el anuncio de que quieren hacer
una película. Los extranjeros son como son, más fríos y
pausados que los latinos, pero esos padres ¿Cómo tienen
tripas para estar generando dinero con la desaparición de la
pequeñina? ¿Cómo no están de baja total por estrés
postraumático, con depresión mayor, ansiedad cronificada e
incapaces de reaccionar?. Yo no lo entiendo. A mí me
secuestran a un hijo y yo no puedo lanzarme a una campaña
publicitaria con apariciones en prensa y televisión y
continuos viajes por el continente. ¿Qué ustedes se
quedarían paralizados? Lógico. Yo, más que paralizada
seguiría el ejemplo de la madre de Jeremy y acabaría en un
psiquiátrico, llena de fármacos hasta las cejas e incapaz ni
de hablar por teléfono.
Porque no hay horror más grande. Pienso en la niña Amy
Fitzpatrick y en lo que tienen que estar pasando los padres,
no hay consuelo posible, si la han secuestrado nos vienen a
la memoria las niñas de Alcasser y el calvario infinito de
torturas por las que pasaron antes de ser asesinadas ¿Qué
puede ocurrirles a una niña o a un niño en manos de
pederastas? En los EEUU, este tipo de bestias lo tienen muy
claro y saben perfectamente que, caso de ser cazados, hay
una humeante silla que les atiende con impaciencia. En
países europeos existe y se aplica la cadena perpetua. En
nuestra blandita y garantista España, tan de polvorón y
mazapán, agarran a un bicho criminal y sabe que, más de
veinte años no va a cumplir, ni mucho menos. Es más, con
beneficios penitenciarios, si le enganchan con cuarenta años
a los cincuenta y pico puede estar de nuevo observando a
niños.
¿Qué dicen? ¿Qué en Inglaterra se avisa al vecindario de la
presencia de pederastas y criminales sexuales? Lógico, pero
en la patria del melindre eso sería imposible porque, al
criminal se le mima y se le contempla mucho. Siempre que sea
un criminal en condiciones, si no observen las pamplinas con
el etarra al que detuvieron hace un par de días, se
resistió, se lió y se le partió una costilla en el forcejeo.
¡No vean el dramón! Declaraciones, explicaciones,
comparecencias y un mariconeo infame, indigno, intragable.
El pasado mes de diciembre detuvieron a un defendido mío
llamado Luis, un engancháo inofensivo. Los locales de
Málaga. Que sí que no, que yo os denuncio, que tu eres un
chulo, que tengo mis derechos, que tienes una mierda.
Trajines. Y acabó en el Carlos de Haya adonde le llevaron
desde la comisaría de la Policía Nacional donde le
custodiaban, porque el hombre tenía costillas rotas,
neumotorax y la nariz partida en tres, con la boca echada
abajo. ¿Qué quieren más datos? Escaneo las Diligencias
Previas, porque, la jueza, de oficio, abrió previas a los
elementos , con la curiosidad de que a Luis Manuel Ruiz
Rosales, nunca le tocaron con las manos, ni tiraron de
defensas, fue a patada limpia, le patearon con saña. El
pobre hombre, todo echo polvo, con la nariz escayolada y un
tubo metido en el pecho se encogía de hombros, entre
resignado y amargado “¡Hay que ver el mal talante que tiene
esa gente! Les voy a denunciar, pero aluego me meten una
resistencia a la autoridad y es peor”. Por cierto, el
Ministro no compareció para dar explicaciones sobre el
infortunado Luis, que nunca ha matado a nadie ni es asesino
ni pederasta. Para que comparezcan los importantes tienes
que ser un delincuente especialmente cabrón e hijoputa, que
hagas mucho daño, entonces todo son garantías y lameculos.
Los niños desaparecen, no hay horror más grande, pero
cualquier pederasta indigno merece la “reeducación y
reinserción” y seguro que acaba en el taller carcelero de
manualidades aprendiendo la técnica del macramé. No hay
horror más grande, pequeña Amy, que las malas bestias y las
malas leyes.
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