Su actual ubicación en la plaza de la Constitución, ocupando
una emblemática zona de nuestra ciudad, con unas
instalaciones ineficaces para el fin que pretende y
presentando una fachada que, sin duda, desluce el entorno,
ha motivado la ya casi firme decisión del ejecutivo local de
moverlo de ese sitio.
Por otra parte, es necesario definir nuevos servicios en el
complejo del Revellín, que tras la reorientación fijada por
la justicia respecto de algunos de sus usos y la
consiguiente reacción de la Asamblea de Ceuta, ofrece nuevas
posibilidades para dotaciones públicas en el seno del citado
complejo.
Ambas cosas pues, la necesidad de rematar todo lo hecho en
nuestra zona cero, nuestra Puerta del Sol, planteando una
nueva ordenación de la zona al servicio de los ciudadanos,
despejada, abierta, funcional y respetuosa con las esencias
de Ceuta, así como la definitiva definición de los espacios
del complejo del Revellín, orientan y direccionan a un
gobierno, el local, que bajo la batuta de Vivas, va dando
esos ya típicos pasos vacilantes y firmes al mismo tiempo,
mientras no deja de observar por los dos rabillos de los
ojos, las reacciones que se van produciendo a cada paso dado
o sugerido.
No es Juan Vivas un dirigente al estilo de Fraiz o Fortes,
poco interesados en las reacciones de los demás, ya fueran
razonables o interesadas. Vivas es un hombre que aspira
siempre procurar el consenso y a evitar la confrontación,
por muy convencido que esté de que su iniciativa es la
buena. Su estilo de gobierno es, por tanto, peculiar, pero
sin duda le da unos magníficos resultados, aunque, en
ocasiones, desquicie a más de uno de sus colaboradores con
su indefinición calculada.
Detrás de cualquiera de sus decisiones, habrá el Presidente
buscado previamente los apoyos necesarios para desactivar
cualquier oposición y eso, es a veces lento y agotador, dos
cosas que a Vivas no le pesan: la paciencia y la tenacidad.
En la operación que podríamos denominar “traslado del
mercado central”, las voces críticas se han alzado, si bien
de modo tenue en principio, pero con la clara intención y
posibilidad de ir aumentando en intensidad, pero en las
últimas fechas, se han producido dos hechos relevantes e
incluso determinantes, ante la ya urgente necesidad de tomar
decisiones definitivas. En primer lugar, la opinión del
arquitecto redactor del proyecto de la Manzana del Rebellín,
el portugués Siza Vieira, que en la entrevista realizada por
‘El Pueblo de Ceuta’, y tras analizar varias posibilidades,
entiende que la ubicación del mercado en el complejo, no
sólo no genera ningún problema sino que vendría incluso a
enriquecer el resultado final. De otra parte la rotunda
respuesta de los concesionarios del mercado central,
favorables en su inmensa mayoría a recalar definitivamente
en el rebellín, ocupando para su actividad un lugar céntrico
y emblemático, lo cual, con toda seguridad, mejorará la
rentabilidad de su actividad.
Frente a estos dos datos de indudable peso, siguen
existiendo otros a tener en cuenta y que, con toda
seguridad, pesarán en el ánimo del gobierno autónomo, pero
de más fácil resolución. Y es que, ciertamente, habrá que
llegar a un acuerdo económico con los propietarios del
semisótano, acuerdo basado en tasaciones profesionales que
despejen las insidiosas dudas que algunos han pretendido
esparcir al respecto, sabiendo que, al final, la ubicación
allí del mercado central no resultará barata para la Ciudad
Autónoma, como tampoco lo será el Auditorio o el resto de
equipamientos del complejo y todo ello, por que la obra de
Siza, de primer rango en cuanto a su proyección, no se
sujeta a los mismos parámetros de costo que la proyectada
por un arquitecto de los que podríamos denominar estándar,
debido a la singularidad de su arquitectura y la definición
de materiales que emplea, pero esto forma parte de la carga
añadida de contar con su firma, lo cual también puede ser
con el tiempo valor añadido para Ceuta
La definición final del tipo de mercado que allí se
establezca, con los límites de actividad que el propio Siza
fijará, así como el control y regulación de la actividad en
esas instalaciones, al objeto de evitar indeseables
contrastes, serán cuestiones sobre las que habrá que
trabajar con empeño y esmero, pero sin que el desánimo y los
tópicos conformen un estado de ánimo contrario a la
iniciativa.
En cualquier caso, si se superan definitivamente los tópicos
y la óptica se amplia, para considerar que Ceuta no tiene
por qué seguir siendo siempre diferente, si al nuevo mercado
se le imprime un carácter propio de una ciudad moderna, no
sólo como lugar costumbrista, que lo es y debe seguir
siéndolo, sino como espacio ordenado, de ocio y de
intercambio cultural y no sólo comercial, el resultado final
no tiene por qué desmerecer en nada respecto del resto de
usos del complejo, al contrario, puede y debe
complementarlos y servir de estímulo a dar vida a una zona
tan especial como esa, que el arte y la cultura cada vez se
complementan mejor con una buena pitanza y ejemplos hay en
otros lugares de España en los que se integran a la
perfección actividades distintas en espacios únicos, donde
al ciudadano se le ofrecen todo tipo de servicios, porque
eso es el mundo actual, por lo menos el nuestro.
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