Normalmente acostumbro a acompañar a mi mujer al mercado
cuando no tengo nada que hacer, bueno decir nada no
significa realmente que no tenga nada que hacer. Siempre hay
cosas de las que uno está pendiente, siendo la primera las
labores correspondientes al trabajo laboral.
Sin embargo hay resquicios en el tiempo que me permiten
hacer cosas que la mayoría de los ciudadanos, ocupados
laboralmente, no pueden hacer. No es, de verdad, un placer
pasear por el mercado, ni por el supermercado, ni por el
hipermercado, ni mucho menos por los Centros Comerciales.
Las causas son muchas y la mayoría de los que acuden las
ignoran o pasan de ellas.
Sin embargo, he de hacer hincapié en un problema social de
cierta envergadura existente en los entornos de accesos a
los centros comerciales de importancia y ubicados fuera del
centro mismo de la ciudad.
Hace unos meses expuse dicho problema en un artículo de
opinión que publiqué en un diario y hoy vuelvo a insistir en
el mismo por motivos de seguridad para el ciudadano ceutí.
Hubo un tiempo, en Málaga, en que los delincuentes (no puedo
afirmar que fueran mafiosos) habían montado una especie de
estructura delictiva para saquear coches estacionados en
lugares descampados. Encargaban a inmigrantes sin recursos
que se metieran en el papel de vigilantes de parking y le
daban, como arma de autoridad, un palito que utilizaban como
si fuera la porra del guardia urbano dirigiendo el tráfico.
Esos inmigrantes obtenían de vez en cuando “propinas” de
parte de algún inocente que creía que su coche estaría mejor
vigilado, cuando en realidad el inmigrante tenía “la
obligación” de informar al “jefe de campo” del contenido del
interior de determinado vehículo para que, posteriormente,
el mismo delincuente, no el inmigrante, lo saqueara
limpiamente.
Esta situación, la de los inmigrantes con palo, la vengo
observando en todos los accesos de los comercios importantes
de la ciudad, sobre todo en el área del puerto y en Parque
Ceuta.
No es que salte la alarma social, pero haría una sugerencia
a nuestras autoridades para regular esa anómala situación
que va empeorando cada día que pasa (a tener en cuenta el
asesinato de un inmigrante por otro, ocurrido estos días,
por disputa de zona de dominio) y no quisiera lamentar que
ocurriera una desgracia contra los ciudadanos ceutíes.
Nuestras autoridades podrían fichar, sin pagarles, a esos
inmigrantes y para evitar peores situaciones, podrían darle
una especie de peto amarillo de plástico con una
autorización de “vigilante” de parking precario. Así podrían
tener un motivo para no delinquir y tendría una especie de
“poder” sobre los que le obligan a delinquir precisamente.
Por un lado los mantendremos vigilados y controlados; por
otro lado le permitiremos ganar unos céntimos de euro con
los que poder comprar chucherías que les encantan. Todo ello
mientras dure la situación en que se encuentran dentro de su
estancia ilegal. Este trato no podemos, de ninguna de las
maneras, ofrecérselo a los inmigrantes ilegales marroquíes
por obvias razones de seguridad y por la proximidad de la
frontera… vendrían en manada. Sólo se lo ofreceríamos al
inmigrante carente de recursos de toda especie, situación
que no se da en los inmigrantes marroquíes por cuanto tienen
recursos además de su familia y amigos al lado mismo.
Luchar contra ello no es conveniente, por cuanto todos
sabemos que el hambre y la necesidad de supervivencia prima
por encima de todo razonamiento y puede convertirlos en
seres irracionales que no responden de sus actos… sería peor
¿no?
Ceuta es muy pequeña, en comparación con Barcelona, y la
capacidad de vigilancia no sería complicada dada la
concentración de centros y almacenes comerciales en zonas
muy puntuales, por lo que no llevaría un perjuicio económico
a la Ciudad si ponemos en vigencia un plan del que doy una
pequeña idea.
No me lo agradezcan, yo también tengo miedo. Después de
cuatro robos en mi vehículo ya es para clamar al cielo.
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