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OPINIÓN - VIERNES, 11 DE ENERO DE 2008

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

El Tributo Zakat o Azaque (I)

Por Mohamed Lahsen


El Corán reconoce que los bienes materiales constituyen la base, el medio esencial, de la propia subsistencia de la humanidad, de la sociedad. No nos asombramos, pues, si el pago del impuesto al gobierno ha sido elevado, por el profeta del Islam, al rango de uno de los cuatro ritos fudnamentales de la religión. En el Islam, no se paga ningún tributo al jefe de la ciudad para su lujo y su gloria; se pagan derechos de colectividad, sobre todo a favor de los necesitados, y ello siempre con objetivo de crecer en gracia y purificarse. Muhammad dijo: “El jefe de un pueblo es, en realidad, su servidor”.

Para demostrar la veracidad de su palabra y el desinterés absoluto con el que había asumido la dirección de su pueblo, tanto en calidad de guía espiritual como de jefe del Estado, había declarado formalmente que los ingresos del Estado musulmán, provenientes de musulmanes, le estaban prohibidos, por la religión, a él y a su tribu. Si el jefe del Estado no abusa de la confianza pública, sus subordinados serán aún más escrupulosos en el cumplimiento de sus deberes.

En los últimos tiempos el hombre de la calle entiende por azaque el porcentaje de sus ahorros que es preciso dar cada año a los pobres. Pero en el Corán, el Hadiz y la práctica de los primeros siglos del Islam, el azaque [Corán, 2/43; sinónimo en el Corán de hagg (6/141, 7/24), de nasib (9/160), de infaq (2/267), de sadaqa (9/103) y de sadaqat (9/160)] designaba todas las clases de impuestos que el Estado islámico recibía de sus súbditos musulmanes (los impuestos percibidos de los súbditos no musulmanes tienen otro nombre): sobre los productos agrícolas, la explotación del subsuelo, el capital comercial, el número de cabezas de ganado y de animales domésticos que comen de los pastos públicos, los ahorros de plata y oro…

En los primeros tiempos se pagaban todos esos impuestos al gobierno, pero más tarde, bajo el califa Uzman (644-654) el gobierno decidió que el impuesto sobre los ahorros podía ser distribuido directamente por el contribuyente a los beneficios, cuya lista está claramente indicada en el Corán.

Por razones económicas profundas el Corán ha penalizado el atesoramiento gravándolo con un duro impuesto a fin de que la riqueza nacional no cese de circular y de fructificar. La directiva del Califa Uzman quería simplificar la Administración: los musulmanes no eran entonces sino una pequeña minoría de la población, pero estaban dispersos en tres continentes, desde Andalucía hasta China.

La verificación de los ahorros efectivos exigía un aparato administrativo más oneroso que los posibles ingresos fiscales por ese concepto y aparentemente esta es la causa profunda de esa reforma técnica.

En tiempos del Profeta y de los califas ortodoxos no existía en el Estado musulmán otro impuesto sobre los musulmanes más que el azaque. Lejos de ser una limosna, constituía un impuesto civil, una tasa obligatoria apoyada en sanciones y en el uso de la fuerza con los que se resistieran al pago. Para inculcar mejor en los espíritus de los creyentes la importancia de estos pagos, el Profeta los declaró deber religioso y prescripción divina, del mismo carácter que la creencia en el Dios único, los oficios de oración, los ayunos o el Haýý.

Si la creencia es un deber espiritual, si la oración, el ayuno y el Haýý son deberes corporales, el pago del azaque es un deber monetario. Los juristas lo llaman ‘ibada malilla’ (adoración de Dios por medio de los bienes). Es otra prueba, si se tiene necesidad de ella, del hecho de que eI Islam coordina el conjunto de la vida humana en un único todo, para crear un equilibrio armónico entre el cuerpo y el espíritu, sin favorecer ni perjudicar a ninguno de los elementos de la constitución humana.

Como lo hemos visto, el Corán emplea indiferentemente varios términos para designar este impuesto: Zakat que se encuentra en numerosos versículos (significa, a la vez, creencia y purificación; en virtud de la cual es necesario pagar una parte del aumento de los bienes con el fin de purificarlos), Sadaqa (que significa la verdad y la caridad; en virtud de la cual, para testimoniar la verdad de la piedad, es preciso hacer caridad), Haqq (derecho: pues si es el derecho de los demás, es el deber de quien posee, siendo derecho y deber correlatos necesarios para la colaboración, base de todo funcionamiento social); Nasif (que quiere decir cuota parte y cosa fijada) y Infaq (que significa gastar y cavar un túnel, es decir, bajo el suelo de nuestra riqueza).

Son sujeto de impuestos los ahorros, las cosechas, el comercio, el ganado que pasta en los prados, las minas, los productos de mar, etcétera. Las tarifas difieren, pero todo se llama indiferentemente Zakat, Haqq o Sadaqa.

No se consideran invariables las tarifas en vigor en tiempos del Profeta: hemos visto ya que el Profeta mismo había eximido a los habitantes de Taif y de ciertas otras regiones del deber de pagar el Azaque. El gran Califa Omar redujo los derechos sobre las importaciones alimentarias a Medina. Durante su vida, el Profeta debió, en ocasiones, recurrir a contribuciones extraordinarias, para la defensa del país contra la amenaza extranjera, por ejemplo; esto permitió a los juristas concluir que el gobierno puede imponer nuevas tasas provinciales (llamadas nawa’ib) o , aumentar las tarifas durante la persistencia de la crisis. El silencio del Corán sobre los objetos y tarifas de los impuestos ha confirmado a los juristas en este parecer.

Pero el Corán habla detalladamente de los principios del gasto de los fondos públicos, de los grandes apartados del presupuesto del Estado: “Los ingresos provenientes del Sadaqat (ingresos del Estado, pagados sólo por los musulmanes) son para los necesitados, los pobres, los recaudadores, para aquellos cuyos corazones hay que ganar, para la liberación de esclavos y el pago de deudas de los insolventes, para la causa de Dios y para el viandante. Esto es un principio de Dios y Dios es sapientísimo y prudente”. Como se indicó antes Sadaqat no es más que un sinómino de Zaqat (Azaque) y significa todo impuesto percibido de un musulmán. Lo que el Estado de un súbdito no musulmán como son el Khyây, la Jizya, el Fai… no están incluidos en el Azaque. Los beneficios de las dos categorías de impuesto difieren también considerablemente.
 

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